
La detención del presidente de Estudiantes, Alicio Dagatti, dejó al fútbol de Río Cuarto patas para arriba y a los hinchas del club con un interrogante en su cabeza: ¿Y ahora?
“¿Qué va a pasar con Estudiantes cuando no esté el Alicio (Dagatti)?”, preguntó un hincha del “celeste” en una mesa de un bar de calle Sobremonte, hace poco más de un mes atrás. La interrogación era aristotélica. Una duda a largo plazo, de esas que salen después del segundo café, cuando ya se acabaron los temas personales. “¿Te acordás de la charla que tuvimos?”, me escribe hoy por WhatsApp, una semana después de que el presidente del club de la avenida España fue detenido en el marco de las investigaciones vinculadas al ingreso clandestino de elementos prohibidos, tales como teléfonos celulares, alcohol, estupefacientes, a los diferentes establecimientos penitenciarios de la provincia de Córdoba.
La conversación cafetera tuvo lugar después de que el propio Dagatti hiciera un raid mediático para augurar un gran 2025 para Estudiantes. Después de una temporada irregular, el presidente del León se vio en la necesidad de anunciarles a los hinchas que el año que viene, el equipo volvería a pelear por el ascenso a la Liga Profesional. Días más tarde les puso nombres propios a esos anuncios con el regreso de caras conocidas, relacionadas con los no tan viejos buenos tiempos. Iván Delfino retornó para conducir al equipo. Alejandro Cabrera y Álvaro Cuello reforzaron la mitad de la cancha. Justo el mismo día que esa nueva estructura comenzó la pretemporada, fue detenido el “arquitecto” encargado de sostenerla.
Si bien la investigación no tiene nada que ver con Estudiantes, el terremoto amenaza con desestabilizar todo el armado que Dagatti construyó en casi una década. Sin ser un gerenciador, el empresario de la carne centralizó todas las decisiones en él. Moldeó el club para que todo pasara por él y por su familia. Es difícil imaginar el lugar que ocupa hoy Estudiantes en el fútbol argentino sin la influencia de Dagatti. No solo por una cuestión económica, sino también por su cercanía con Claudio Tapia y la actual conducción de AFA.
Uno de los problemas que tienen los personalismos exitosos es que adormecen. Es tentador dejar todo en manos de otro. Para que meterse si todo funciona. Es como ese amigo del grupo que no cocina -ni aprende a hacerlo- porque sabe que otro lo hace. Las vicisitudes comienzan cuando el que hace de chef no está y hay que comer. En Estudiantes hace rato que se acostumbraron a que todo lo haga Alicio. Por eso aparece esa pregunta sobre el futuro.
La decisión del fiscal Enrique Gavier acortó los plazos de un interrogante que estaba latente en ceno del fútbol riocuartense. Por ahora, la respuesta a la pregunta todavía no está clara. Sin comunicados oficiales, Federico Dagatti, hijo del presidente y actual vicepresidente primero de la entidad es quien se haría cargo del barco. Alicio no renunciaría, sino que tomaría licencia. La idea sería continuar con el plan original a la espera de novedades en la causa por asociación ilícita que lleva adelante.
Nadie anticipó que se diera de esta manera, pero que uno de los hijos del actual presidente tomara la posta era una de las posibles respuestas a la pregunta. Sin oposición a la vista y ningún nombre con el peso específico necesario en el bando propio, la idea de la continuidad del apellido Dagatti siempre sobrevoló. Resulta difícil de entender que los caminos de una entidad centenaria como Estudiantes se reduzcan a un solo apellido.
Pensar que el ciclo de Alicio Dagatti en Estudiantes está terminado, es anticiparse demasiado. En este país las cosas cambian más rápido de lo que un adolescente tarda en pasar de pantalla en Tik Tok. Eso sí, la detención del presidente plantea un desafío para la institución: empezar a pensar más allá de Alicio Dagatti.
Del Autor
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