
Mientras la selección gana, en el fútbol argentino un elefante baila en un bazar y todos lo miran sin decir nada. Desde afuera, las SAD esperan agazapadas
En la AFA algo no está bien. Esto es casi tan obvio como que al profesor Jirafales le gusta doña Florinda. La manera en que nadie lo nota es más llamativa que como hace el Chavo del Ocho para sobrevivir sin comer. El elefante no solo está en el bazar, baila y desparrama estanterías a su antojo ante la atenta mirada de casi todos los protagonistas.
En primera división, la AFA consiguió que el VAR sea un instrumento para la injusticia. Se sabe que la tecnología no es ni buena ni mala, sino que depende de cómo se la utilice. Con Federico Beligoy a la cabeza, los árbitros argentinos han provocado que una herramienta que bajó los niveles de error en todas las ligas importantes del mundo, los haga más notorios. Si eso pasa en el nivel más alto, quienes asisten a las canchas del ascenso -sobre todo en el interior- ya no se sorprendan con nada.
Atenas fue víctima de groseros errores arbitrales en semanas consecutivas en el torneo Federal A. Primero, Luis Martínez favoreció de manera grotesca a Sarmiento de La Banda. Después, Mariano Agli terminó dándole un polémico penal a San Martín de Formosa. Los favorecidos fueron equipos que tienen llegada y contactos en el Consejo Federal que comanda desde la tesorería de la AFA Pablo Toviggino. Mano derecha de Claudio “Chiqui” Tapia, el dirigente santiagueño se hizo famoso por repartir improperios y amenazas a jugadores y dirigentes vía X.
“De los árbitros no hablo”, le dijo Federico Felipa, presidente de Atenas, a Carlos Cuello (Saque de Arco, LV16) después de lo ocurrido ante Sarmiento, mientras los hinchas del Albo se iban del 9 de Julio más calientes que una pava. El 2 de junio de 2019, a cargo de la Subcomisión de Fútbol del club, entró a la cancha para levantar a los jugadores que se habían sentado a modo de protesta contra el arbitraje de Guido Medina, en un encuentro por el Federal Amateur ante Güemes de Santiago Del Estero. El Gaucho inició en ese torneo su ascenso vertiginoso a la Primera Nacional. En aquella ocasión, como en esta, Felipa quiso evitar una sanción. El último equipo que se atrevió a “sentársele” a Toviggino no volvió a competir jamás en una competencia de AFA (San Jorge de Tucumán).
En la AFA, el que habla las paga. Figuras como Carlos Tévez o Juan Sebastián Verón vieron a sus equipos ser ser burdamente perjudicados tras cruzarse con Toviggino o quejarse por los arbitrajes. El Apache se tuvo que ir de Independiente al ver que ni siquiera su presidente lo apoyaba en el reclamo.
¿Se puede culpar a Felipa por no querer complicarle la vida al club? En principio no, pero si todos los dirigentes hacen la de los monitos que no ven, no escuchan y no hablan, la rueda sigue girando. Da la impresión de que nadie la quiere romper.
Este modelo de funcionamiento es uno de los pretextos que esgrime el actual presidente de la Nación, Javier Milei, para abrir las puertas del fútbol a las Sociedades Anónimas Deportivas. Aduce, falazmente, que los privados no incurren en este tipo de artilugios. “Yo no vine a ser parte de la rueda -afirmó Daenerys Targaryen en GOT- vine a romperla”. Quienes conocen la serie saben cómo acabó esa historia. No vaya a ser cosa que en la AFA pase lo mismo.
Del Autor
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