París, 100 años después

La capital francesa será otra vez la sede de los Juegos Olímpicos. La última vez fue en 1924 y muchas cosas han cambiado en el mundo desde aquella vez 

Cien años han pasado de la última vez que París fue sede de los Juegos Olímpicos. Hitler estaba preso por su fallido intento de golpe de estado, Mussolini ganaba elecciones en Italia, Lenin fallecía en la Unión Soviética y en Argentina se producía la Masacre de Napalpí, en la que la policía y un grupo de estancieros de Chaco asesinó a 200 miembros de las comunidades Tobas y Mocovíes.

Será la tercera vez que París acogerá a los Juegos. Compartirá con Londres el privilegio de ser las urbes que más veces alojaron al evento que ideó un francés -Pierre de Coubertin- en honor a una creación griega.

La combinación anterior es la clave para entender porque los primeros Juegos Olímpicos Modernos se hicieron en Atenas en 1896 y los segundos en París en 1900. El mundo era otro. Francia era todavía una de las potencias coloniales de las que habló la vicepresidenta argentina esta semana. Su capital era la capital del mundo. Todos querían conocerla y admirar su modernidad. La ciudad brillaba era la insignia de un mundo próspero de paz, en el que armas y odios se acumulaban en los polvorines. Estallarían 14 años después en la Gran Guerra. Tal como se conoció a la Primera Guerra Mundial, cuando nadie creía que iba a ver una secuela con mejores efectos especiales.

Pero en 1900 París reinaba. Entre abril y noviembre de ese año 50 millones de personas la visitaron para ver la Exposición Universal. La Torre Eiffel es hija de ese evento. Ante tamaño despliegue, los Juegos pasaron a un segundo plano. Los años darían vuelta la ecuación. Las competencias deportivas se desarrollaron entre mayo y octubre. Si, fueron cinco meses de Juegos Olímpicos. Argentina no participó oficialmente como delegación, pero si tuvo un representante: el esgrimista Eduardo Camet. Fue la primera vez que la mujer tuvo su lugar en el evento, aunque de manera bastante marginal. La tenista británica Charlotte Cooper fue la primera campeona olímpica. Por más moderna que fuera la época y el deporte, el lugar de la mujer todavía estaba lejos de los campos de juego.

En 1924 el mundo ya no brillaba. Seis años después del tratado de Versalles, Europa lamía viejas heridas que no cerrarían del todo. Otra vez la paz era un delgado velo tras el que se asomaban las sombras de las armas. Eran los “felices años 20” o “los años locos”. Comedia, cabarets y cines para olvidar lo que fue y no pensar en lo que vendría. En ese contexto los Juegos volvieron a París. Johnny Weissmüller ganaría tres medallas doradas en natación y el bronce en waterpolo, un tiempo antes de convertirse en Tarzán. Paavo Nurmi dominaría la larga distancia y un par de ingleses, Eric Liddell y Harold Abrahams, inspirarían con sus proezas la historia detrás del film Carrozas de fuego. Sería también el debut oficial de Argentina, con la consagración del polo, la plata de Luis Brunetto en salto triple y el nutrido aporte del boxeo, con dos medallas de plata y dos de bronce.

En París 1924 participaron 3.089 atletas. De ese total, solo un 4% fueron mujeres. Un siglo después la capital francesa recibirá la misma cantidad de hombres que de mujeres. Será la primera vez que los porcentajes sean 50 y 50 (5.250 hombres y 5.250 mujeres). La delegación argentina estará lejos de ese 50 y 50, pero allí estarán otra vez las Leonas para buscar su sexta medalla en los últimos siete Juegos.

Del autor        

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