Milei y su admirada Margaret Thatcher, hacedora de la Premier

Pelota S.A.

¿Cuál es el problema con que las Sociedades Anónimas tengan acceso al fútbol? Que las empresas entienden al deporte como un negocio y los clubes como un derecho

El auto se conduce por calle Yapeyú, en pleno barrio Alberdi. Cruza Rafael Obligado y cuando llega a la esquina de Pedro Goyena, el conductor se desorienta. La foto del recuerdo no es igual a la que le entrega el presente. El Trampero no está. En el lugar en el que se enclava la cancha de Centro Cultural Alberdi, hay otro estadio. Es moderno, parece salido de la Premier League. Ocupa toda la manzana y se devoró a las casas linderas, entre ellas la de los Dutto. Ya no se pueden trepar al techo a ver los partidos.

La nueva cancha tiene de todo. Ocho torres de iluminación led, wifi, plateas techadas, palcos y todos los lujos que se le puedan ocurrir a un futbolero. Reina el silencio. No se escucha el típico ruido de pibes jugando a la pelota. No hay ese olor a choripán que tapa las arterias, el comedor ofrece platos más gourmet, con precios que distan de ser “populares”. En la puerta hay un cartel que dice: “Bienvenidos al Arena Frigorífico Fulano”, hogar del C.C. Alberdi y propiedad de Mercedarios S.A.

Las palabras de más arriba parecen salidas de un sueño o de una realidad distópica. Pero no parecen lejanas si se las relaciona con lo dicho por uno de los candidatos presidenciales. Javier Milei sostuvo en una entrevista de hace un tiempo que está a favor de que las sociedades anónimas se puedan inmiscuir en la administración de los clubes. Esta semana, con la dificultad que denota para retroceder en chancletas, intentó desdecirse.

Estudiantes de Río Cuarto fue uno de los tantos clubes que expresó su preocupación ante las ideas de Javier Milei respecto al fútbol

De lo que no se desdijo el candidato de La Libertad Avanza fue de su admiración por Margaret Thatcher. Primer Ministra de Gran Bretaña que no sólo comandaba las islas durante la guerra de Malvinas, sino que es la hacedora de la Premier League inglesa. Esa liga a la que tanto admira Milei como modelo. Fue la “Dama de Hierro” la que aprovechó la presencia de los hooligans para expulsar a las clases obreras de las tribunas. Hizo del fútbol inglés el mejor show del mundo, pero al que acceden muy pocos, con precios astronómicos que solo pueden pagar un puñado de ingleses y muchos turistas de latitudes varias.

Es cierto, la AFA -que salió a cuestionar a Milei- no es la institución más integra del mundo. Arbitrajes espantosos, ascensos que no convencen a nadie, un torneo de 28 equipos de calidad escasa, mafias enquistadas y clubes angustiados por la situación económica hacen necesaria una reforma. Ante ese panorama, las SA parecerían brindar la foto de un paraíso, pero un paraíso del que solo podrán disfrutar algunos. En medio de ese panorama complejo en el que está el fútbol argentino, los clubes son el último refugio de muchas de las cualidades que el deporte tiene. Las instituciones enseñan, contienen y dan lugar a lo colectivo. En la pandemia, muchas de ellas prestaron sus instalaciones para que hicieran de vacunatorios. De ellas salieron todos los campeones del mundo de Qatar. Allí crecieron y se formaron.

Las empresas buscan el redito económico, los clubes son asociaciones sin fines de lucro. La empresa es anónima, el club es de los socios. La empresa tiene un gerente elegido por accionarios, el club un presidente elegido por los socios. La empresa tiene activos, el club pibes de inferiores. Las empresas ven al deporte como un negocio, los clubes como un derecho.

Las SA en el fútbol son el sueño del nuevo aliado de Milei, Mauricio Macri. Que quiso hacer lo mismo cuando fue presidente de Boca (Julio Grondona se lo impidió) y cuando fue presidente de la Nación (el intento de intervención en la AFA le salió mal, porque pasaron cosas). El domingo podría presentársele una nueva oportunidad, según lo que digan las urnas. En caso de que Milei sea electo presidente y se le ocurra imitar a la Dama de Hierro, los clubes volverán a ser el lugar de la resistencia. Como muchos lo fueron entre el 76 y el 83, cuando la última dictadura cívico militar llevó a cabo un planificado programa de secuestro, tortura y desaparición de personas. El Trampero va a seguir ahí, para quienes quieran seguir disfrutando del sabor de un choripán de cancha, mientras les pibxs corren detrás de una pelota.

Del Autor

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