Solo en 68 segundos

Macarena Ceballos cumplió uno de sus sueños en los Panamericanos de Santiago. Su prueba duró poco más de un minuto. Fueron breves instantes en los que se resumieron más de diez años de carrera

Son las 17.01 del sábado 21 de octubre de 2023. Es el primer día de competencia de la natación en los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile en el centro acuático Ñuñoa. Afuera hacen alrededor de 20 grados. Adentro, el vapor flota en el aire como solo lo hace en este tipo de escenario. En ese lugar vidriado, ubicado entre los barrios Empart y Villa Cañada, al sureste de la capital chilena, una mujer está apunto de escribir una de las mejores páginas de su carrera deportiva. En menos de 68 segundos, Macarena Ceballos se colgará una de las medallas con la que soñó desde que tenía poco más de 10 años.

El centro acuático está lleno. Se trata de la primera noche de finales de uno de los deportes madre de este tipo de eventos. El público se siente y estalla cada vez que la pantalla gigante los muestra entre serie y serie. Acaba de terminar la final B de los 100 metros pecho y está todo listo para la final A de la especialidad. Mientras comienza la presentación con la argentina Martina Barbeito, Macarena espera su turno en el pasillo. Casi dos minutos después, llega su turno de ingresar a la antesala. El buso blanco de la delegación tapa el traje de baño amarillo que se distinguirá bien claro en la pileta unos segundos después. Saluda a la cámara con una sonrisa y un movimiento corto de su mano derecha. El gesto dura menos de un instante. Enseguida vuelve el rictus que delata concentración. La tv la sigue mientras se saca las zapatillas y el pantalón.

De gorra negra, Macarena toma su lugar en el andarivel 5 de la final de los 100 metros pecho. A su derecha está la colombiana Stefanía Gómez Hurtado, a su izquierda aparece la canadiense Rachel Nicol. Después de hacer su ritual, la riocuartense arquea su cuerpo, se inclina sobre la pileta y siente en su rostro los – aproximadamente- 25 grados que tiene el agua en la que se sumergirá dentro de escasos instantes. Su cabeza se olvida del ambiente que la rodea. Deja atrás todo lo que la llevo hasta allí (lo bueno y lo malo). Frente a sus ojos está el agua, ese elemento en el que se siente mejor que en la tierra.

Suena el disparo de salida. En una coreografía no ensayada, las ocho nadadoras se tiran a la pileta. Ceballos va cabeza a cabeza con Melissa Rodríguez, que va por el andarivel 7. La gorra blanca de la mexicana emerge solo unas centésimas delante de la negra de la riocuartense. Llegan al toque de los 50 metros distanciadas por siete centésimas.

Después del subacuático, aparecen en escena las candidatas. Como una exhalación, surgen a la derecha de Macarena, las gorras oscuras de las norteamericanas. Las canadienses Nicol y Angus empiezan a subir el ritmo por los andariveles 3 y 4, junto con la estadounidense Weber. A falta de media pileta para el final, Nicol alcanza a la riocuartense, que parece no poder sostener el ritmo. El sprint final será brazada a brazada.

El agua se agita como nunca en el esfuerzo final de las nadadoras. Esos cinco metros finales todo es incertidumbre. Solo los avezados pueden observar los ocho andariveles al mismo tiempo y saber a ojo quien fue la que gano. Como pueden, las nadadoras sacan la cabeza del agua y miran el tablero electrónico. Primero hay que saber el resultado, después habrá tiempo para recuperar el aire. Nicol gana el oro, Angus la plata y Ceballos se queda con el bronce. Su carrera duró un minuto, siete segundos y 68 centésimas. 

Las cámaras enfocan a Nicol que se abraza con su compatriota primero y luego va hacia el otro lado, para felicitar a Ceballos. Esta le sonríe por unos instantes y después su vista se enfoca en el tiempo. Ese tiempo del cual renegará ni bien salió de la pileta. Todavía mojada, masticará un poco de bronca por no haber podido nadar tan rápido como ella sabe que puede.

Todo pasó en 68 segundos. ¿Qué cabe en 68 segundos? El tiempo es relativo decía Einstein. Solo por eso puedo pasar que en 68 segundos se condensen más de diez años de carrera. Fue una especie de flash buñuelístico en el que mezclaron las madrugadas entrenando en el Centro 11, su familia que la acompaña desde la tribuna, la tv y el cielo, aquel ascenso meteórico con los títulos en los Odesur de 2013, la clasificación a los Panamericanos de Toronto, la pelea récord a récord con Julia Sebastián por se la mejor pechista argentina, la vida dividida entre Río Cuarto y Buenos Aires, los problemas para hacer rendir una beca escasa, los mundiales, el calvario que pasó en Lima 2019 mientras sus compañeras de equipo se colgaban medallas, la pandemia, la lesión en el hombro que casi la deja sin carrera, la incertidumbre tras la operación y este renacer que la llevo a Santiago 2023 y que ya la tiene en París 2024. Todo eso se tiro a la pileta con ella y se esparció por el agua en tan solo 68 segundos.

 

Del autor

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