El deporte es político

Educación, salud, igualdad y desarrollo, palabras asociadas al deporte, que no aparecen en el programa del candidato más votado en las últimas elecciones primarias

¡Sombra terrible de Juan Domingo, voy a evocarte, para que, sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre tus cenizas, te levantes a explicarnos la vida secreta y las convulsiones internas que desgarran las entrañas de un noble pueblo! Tú posees el secreto: ¡revélanoslo! Alusión literaria de por medio, en Tinta Deportiva debemos otra vez hablar de Perón. Como no lo vamos a hacer, si “el viejo” es la figura política argentina más importante de los últimos 80 años y su figura aparece en todos los debates. Todavía hoy se le endilgan culpas y responsabilidades o se le cuelgan medallas. Es difícil no nombrarlo en alguna de sus formas para hablar de Argentina.

Entre tantas cosas que hizo el General (Buenas, malas, regulares, etc) fue la de instalar una política deportiva en el país, más o menos sistematizada. Algo que no se había hecho hasta ese momento. Es cierto que sirvió de aparato proselitista, pero también sentó las bases para el desarrollo de miles de atletas. Fue uno de los primeros políticos argentinos que entendió que el deporte era una herramienta de construcción social y que a través de él se podían conseguir variados objetivos. Pero esa faceta del peronismo parece olvidada. La fuerza más votada en las últimas primarias, ni siquiera tocó el tema en su plataforma.

Desde sus inicios, el deporte fue una herramienta para la formación de los ciudadanos. La modernidad intentó encerrarlo en escuelas y clubes selectos, pero encontró los caminos para convertirse también en un elemento clave para la inclusión social. Así lo saben los pibes que pudieron olvidarse de las armas y agarrar una pelota de fútbol, como también los presos que encontraron en el rugby la posibilidad de volver a confiar en que existen valores colectivos que no se abandonan. También lo entienden las mujeres que después de mucho batallar, consiguieron convertir a los estadios en cajas de resonancias para sus reclamos de igualdad. “El deporte me enseñó que la discapacidad no existe”, dijo Loida Zabala, levantadora de pesas española que participó en dos juegos paralímpicos, tras sufrir una mielitis transversa que la dejó sin movilidad en sus piernas.

El deporte educa. Enseña a ganar, a perder y a pensar de manera colectiva. Teje lazos comunitarios y elimina individualismos. También sana. Es, en definitiva, un derecho. Así lo establece la Convención de los Derechos del Niño dictada por la ONU. Así lo establece también la ley 27.202 en Argentina, la llamada Ley del Deporte. En ellas, se obliga al Estado a promover y garantizar el acceso igualitario a la práctica de actividades físicas.

Educación, salud, Estado, igualdad y desarrollo social, son palabras poco pronunciadas por el candidato libertario. La única propuesta efectiva que pronunció Javier Milei sobre el tema (más allá de su pasado como arquero de Chacarita y el hablar mal de Gago y Riquelme) es que no habrá más ministerio de Turismo y Deporte. El ex presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, con quien Milei suele tejer puentes, produjo una fractura entre los deportistas de su país. Si bien tuvo apoyos y consiguió el ingreso de las sociedades anónimas al fútbol, fue criticado de manera constante por la mayoría de los atletas. Fiel a sus ideas liberales, recortó el presupuesto y la participación del Estado en el deporte. En febrero de 2022, cuando veía crecer a Lula Da Silva en las encuestas y anticipaba una derrota en las elecciones, tuvo que admitir que se equivocó al rebajar el ministerio de deporte a una secretaría.

Del Autor

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