¿Influencers? No, periodistas

En el Día del Periodista, reflexionamos sobre la actualidad del periodismo deportivo

“…Análisis, debate y por supuesto, mucho humor”, eso dice la promoción de un programa de deportes de la cadena que reina hoy en el ámbito del periodismo deportivo. El final del aviso plantea el paradigma sobre el que se mueven los principales paradigmas televisivos que tienen como materia prima al deporte. 

Que el humor sea lo que destaca no es nuevo. El periodismo deportivo siempre tuvo tendencia hacia el show. Por elección y por mayoría de votos en las redacciones, la espacialidad tomó el camino hacia la espectacularización y empezó a olvidarse que antes que deportivo, el periodismo deportivo, es periodismo. 

Durante la última década, la tendencia creció. Con Marcelo Araujo y Fernando Niembro formando con su estilo a la generación que hoy comanda los principales espacios televisivos, el periodismo deportivo se volvió un show en sí mismo. El deporte -y todas sus implicancias culturales y sociales- pasaron a un segundo plano. El foco se posó en el periodista y sus opiniones. Tribuna Caliente se hizo paradigma. A los gritos y sin argumentos, panelistas dedican saliva a polemizar sobre sórdidas teorías que, a veces, tienen que ver con el juego. 

En esa época surgió el otro paradigma de la espectacularización. Ya en 1951 el hincha era alguien importante en el fútbol. En ese año se estrenó la película de Enrique Santos Discépolo con ese nombre. Pero a partir de 1990, dejó de ser necesario y pasó a ser imprescindible. Así, nacieron programas que le dieron al hincha y a la “cultura del aguante” un lugar central. Es más importante lo que dice esa figura impune y amorfa, que lo que pasa dentro de la cancha.

En ese esquema, el periodista se volvió protagonista. Se sintió con el poder de elevar o denostar a jugadores y entrenadores. Ya no es un comentarista, sino que se vuelve amigo o enemigo del protagonista verdadero. Es aliado con preguntas que no son preguntas. Las entrevistas pasan a ser charlas banales, repletas de halagos floridos. Si no, es todo lo contrario, un enemigo que dicta sentencias que suenan como escritas en rojo, tales como: “fracaso”, “verguenza” o “desastre”. 

Ese modelo parece hoy haber caído en una trampa. Los protagonistas ya no necesitan del periodista. El contacto con la gente viene a través de sus propias redes sociales. Los influencer ofrecen las mismas posibilidades que el periodista, pero vienen sin las críticas y ninguna pregunta incómoda. 

La gente también parece haberse alejado de ese modelo. Ese periodismo no parecer tener sentido. A través de las redes, el hincha puede expresarse. No necesita de las cámaras para expresar su pasión. Se graba el mismo y lo sube a su cuenta y arroba al CM de su club. Para que hablar con un movilero para insultar a un jugador, si se puede hacer un meme y enviarlo directamente a su cuenta personal. 

El intento de este tipo de periodismo por salir de esa trampa es sumar más show. Es imitar a los capos del Twich, volverse influencers y alejarse aún más del periodismo. Ofrecer, lisa y llanamente, humor. Transmitir 24 horas, buscando imitar eso que pasa en las redes sociales. Aunque rasgándose las vestiduras cuando se los compara con gente como Ibai. Por momentos, parecen los “jóvenes de ayer”, quejándose todo el tiempo y adorando el pasado.   

Mientras el mainstream queda encerrado entre influencers y anuncia la crisis de la especialidad, otras experiencias demuestran que no todo está perdido. Lejos de aquello que supuestamente vende, han construido comunidades de lectores y gozan de buena salud, haciendo lo que el mainstream parece haber olvidado: periodismo. Estos proyectos regresaron al territorio y le devolvieron al protagonista su rol central. Cuentan historias, analizan la realidad y ponen al deporte en su contexto socio histórico. En tiempos en los que la profesión parece en crisis permanente, estas propuestas muestran que no todo está tan roto. No sólo en el periodismo deportivo, sino que en el periodismo en general. 

Del Autor        

Tinta Deportiva es un espacio que mira al deporte desde lugares diversos. En sus textos aparecen historias, relatos, números y voces que aportan ideas para pensar lo que pasa adentro, afuera y alrededor de una cancha. Se trata de una invitación a sumarse a una comunidad que comparte una perspectiva multiforme de lo que es el “deporte”. El contenido del blog está siempre disponible para todos aquellos que quieran curiosear y ver de qué se trata. Podés suscribirte y hacer un aporte de $150 para que este espacio siga creciendo.