Grados de inocencia

Dos empleados de Boca enfrentan causas por violencia de género. Uno de ellos fue separado de su cargo, el otro jugó anoche por la Copa Libertadores

Sebastián Villa, jugador de fútbol del plantel masculino de Boca enfrenta un juicio por violencia de género contra su ex pareja, en el que el fiscal pidió una pena de dos años y tres meses de prisión condicional. Otra mujer lo denunció ante la justicia por abuso sexual. Jorge Martínez, ex entrenador del equipo de fútbol femenino, fue procesado esta misma semana por abuso sexual a la jefa de prensa del conjunto Florencia Marcó. El delantero jugó ayer en Colombia por la cuarta fecha de la Copa Libertadores. El ex DT fue separado hace ya un tiempo de su cargo. El club es el mismo, la vara es distinta.

Los casos son distintos y las instancias judiciales también. La situación de Villa es más compleja que la de Martínez. El delantero está más cerca de ser condenado que el ex entrenador. La reacción de Boca fue mucho más concreta en el caso del ex DT. Fue tardía, ya que pasó un buen tiempo entre que la denunciante presentara el caso ante el departamento de género del club, pero la determinación llegó. 

Jorge Amor Ameal, presidente del “xeneize” y el vice, Juan Román Riquelme, adujeron que Villa sigue jugando por la figura de la “presunción de inocencia”. En Argentina, para la justicia, las personas son inocentes hasta que se demuestre lo contrario. Es decir, hasta que no haya una condena firme y se agoten todas las instancias judiciales.

Esa presunción de inocencia que beneficia a Villa, no fue tenida en cuenta para Martínez. Ambos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario, pero el delantero sigue jugando y el entrenador fue separado del cargo. Para la dirigencia de Boca, todos los inocentes son inocentes, pero algunos son más inocentes que otros. La inocencia del colombiano parece valer más que la del misionero. 

Villa es una de las figuras del equipo masculino. Si no juega, las posibilidades de ganar son menores. Sin triunfos, las derrotas duelen en varios sentidos. Una campaña negativa no llena los bolsillos de ninguno de los actores de la marca “Boca”. Es año electoral en el “xeneize” y perder en la cancha suele ser sinónimo de perder en las urnas. No sumar genera que crezcan los chorros de tinta, horas televisivas, vivos de You Tube y posteos de Tik Tok en los que abundan las críticas.

Martínez era el entrenador de un equipo femenino que dominaba -y domina ya sin su presencia- la competencia local. Si el equipo femenino tuviera la trascendencia del masculino, los hinchas de Boca no andarían siempre al borde de un ataque de nervios. Pero esos triunfos no se traducen en grandes ganancias. Tampoco generan el mismo ruido mediático y no moverán demasiado el amperímetro en las urnas. 

El mensaje que manda la dirigencia de Boca es peligroso, sobre todo para los jóvenes futbolistas que se están formando y aquellos que ven en los jugadores a sus referentes. Si se es una figura deportiva, se tienen privilegios, entre ellos, se es un poco más inocente ante causas judiciales.

La presunción de inocencia es un derecho que algunas instituciones utilizan para demorar definiciones sobre temas importantes. La decisión de Boca de no medir igual los casos, se enmarca en las desigualdades que siguen existiendo entre el fútbol femenino y el masculino. También de la fuerza que todavía tiene el machismo en el deporte y de que la supuesta política de género que tienen algunos clubes, es más acomodaticia que otra cosa. No pasa solo en el deporte, la propia Universidad Nacional de Río Cuarto fue cuestionada por el tiempo que tardó en cesantear a un docente y entrenador de hockey que está imputado por múltiples casos de abuso sexual.  

Que el club tenga a dos de sus empleados enfrentando causas judiciales por violencia de género no definirá el voto de los socios en diciembre. Tampoco lo hará el hecho de no medir con la misma vara en esta situación.

 

Del autor

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