
Los deportistas rara vez soñaron con cambiar el mundo, pero su rol de referentes a veces les exige hacerlo
El compromiso social de los deportistas volvió sobre el tapete en el 2020. Tras el asesinato de George Floyd, las protestas contra el racismo estallaron en todo el mundo occidental, con Estados Unidos como epicentro. Una gran cantidad de atletas decidió expresarse y ponerse al frente de esas campañas.
El deportista ocupa un lugar esencial en la sociedad actual. Son los héroes de esta era y sus acciones repercuten en quienes los siguen. Por eso son enfocados cuando deciden participar o no en polémicas extradeportivos.
Un deportista comprometido siempre resalta por sobre el resto, hace ruido. Eso nunca les gustó del todo a los “dueños” del deporte. La idea es que vendan camisetas y zapatillas, no que agiten el avispero. “Cállense y jueguen”, les dijo ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a los jugadores de fútbol americano que se arrodillaban para protestar contra el racismo. Avery Brundage, presidente del COI, dejó sin medallas y sin carrera a John Carlos y Tommie Smith, cuando hicieron el símbolo del “Black Power” en el podio de los 200 metros en México 1968.
Irán NO canta el himno…. pic.twitter.com/lhMEOfv7Ur
— César Moreno (@CesarMorenoH) November 21, 2022
Cuando el deportista protesta, el negocio corre riesgo. Por eso la FIFA impide cualquier tipo de manifestación política que pueda generar problemas. Temiendo conflictos, la entidad que preside Gianni Infantino le prohibió a Alemania que utilizarán brazaletes a favor de la igualdad de género y en contra de la homofobia que impera en Qatar. La respuesta de los germanos fue taparse la boca en la foto de la formación. Dinamarca -hoy ya eliminada- amenazó con irse de la FIFA por que no les permitieron utilizar una camiseta negra de luto por los obreros muertos en la construcción de los estadios.
Hoy Serbia y Suiza reeditarán el duelo de Rusia 2018. En aquella ocasión, los helvéticos ganaron 2 a 1 con goles de Xhaka y Shaquiri, descendientes de albanokosovares que emigraron por la guerra de los Balcanes. Para festejar sus tantos, ambos jugadores celebraron haciendo el gesto del águila bicéfala de la bandera albanesa, reivindicando la independencia kosovar. La FIFA no pasó por alto el hecho y los multó con 105.000 euros a cada uno.
Comprometerse, para el deportista, tiene sus problemas. No solo se pueden enojar sus jefes, sino también su público. Por que no todos piensan igual y muchos seguidores se defraudan cuando sus ídolos expresan ideas diferentes. Novak Djokovic se convirtió este año en el ídolo de algunos y en el enemigo público número uno de otros cuando no se quiso vacunar contra el Covid.
Por eso algunas tratan de esquivar ese tipo polémicas. Pero no lo consiguen, por que como todo lo que se hace tiene una base ideológica, “no comprometerse”, también es “comprometerse”. Michael Jordan siempre intentó no meterse con cuestiones raciales en Estados Unidos y terminó lanzando su famosa frase: “Los republicanos también compran zapatillas”.
La selección de Alemania se manifestó contra la censura de la FIFA durante el partido de su debut en el Mundial de Qatar, ante Japón. Tras los himnos, los once titulares alemanes posaron tapándose la boca. Respondían así a la prohibición https://t.co/SMVCmXQsn8
— EL PAÍS (@el_pais) November 23, 2022
La vara con la que se miden los compromisos no es la misma. A algunos se los persigue o critica por lo que dicen y piensan, a otros no se les exige nada ni se les cuestionan algunas de sus acciones. Maradona fue un deportista comprometido que siempre habló de política (con sus contradicciones) por eso le molestaba a la FIFA, que prefería al Pele más obediente. Al Diez le cobraron muchas cuentas por sus posiciones políticas, cosa que no pasa hoy con el actual embajador del turismo saudí, Lionel Messi. Pocas son las críticas que recaen sobre el rosarino, que está ligado a una de las monarquías más resistidas por los organismos de derechos humanos.
En Argentina son varios los ejemplos de deportistas comprometidos. Desde los desaparecidos durante la última dictadura, hasta la Generación Dorada del básquet, que obligó a la intervención de la Confederación al denunciar los casos de corrupción. Los campeones del mundo del ´78 (se podría nombrar también a Guillermo Vilas) siempre estarán en el ojo de la tormenta por lo que pasó en esa época.
En una posición similar está hoy el plantel de Irán. Los jugadores fueron acusados por manifestantes de su país de ser cómplices del gobierno de Ebrahim Raisi, el presidente que reprimió con sangre las protestas por la muerte de Mahsa Amini, la joven de 22 años detenida por la policía moral por llevar mal puesto el hiyab. Para demostrar lo contrario, no cantaron el himno en su debut, haciendo enojar a los altos mandos en Teherán.
El deportista que se compromete tiene un agregado que a veces cae bien y a veces mal. Incluso aunque no quiera, puede verse metido en el medio de un torbellino de críticas y halagos. Quizás nunca soñó ni quiso cambiar el mundo, ni tampoco es su deber hacerlo, pero a veces se le exige que lo haga. Es una de las cuentas que paga por ser un referente.
Del Autor
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