Tranquilo y en paz

“Le puse punto final a mi carrera cuando quise y después de haberlo pensado bien”, dice Mateo Bustamante, uno de los máximos referentes de Urú Curé, que mañana jugará su último partido con la camiseta de la “lechuza”

Gustavo Cerati cantaba que poder decir adiós implica un crecimiento. No es sencillo dejar atrás las cosas, ni hablar si se trata de una carrera deportiva. Por eso Mateo Bustamante, referente de la historia reciente de Urú Curé, remarca que se tomó el tiempo necesario para definir que el 2022 sería su último año como jugador de rugby.  “La decisión me trajo paz y tranquilidad, porque le puse punto final a mi carrera porque yo quise y cuando yo quise”, dice con seguridad el tercera línea de la “lechuza” que jugará mañana su último partido en Mar del Plata por el Torneo del Interior A. La semana pasada se despidió de la cancha de Soles del Oeste con un homenaje del que participaron su familia y amigos.

 

“Es medio raro lo que siento. Uno podría estar triste o nostálgico, pero la verdad yo estoy tranquilo porque fue una decisión que yo tomé hace un tiempo y fue bien pensada”, explica Bustamante mientras llega el cortado con el que decidió acompañar la charla de casi una hora. Agrega que la idea de dejar de jugar surgió antes de que el coronavirus apareciera en el mundo, pero que se fue demorando por diversos motivos. “No quería que me retirara la pandemia y el año pasado sentí que no podía dejar en banda al equipo”, comenta y agrega que irse con Urú posicionado nuevamente entre los cuatro mejores del rugby cordobés es una buena manera de terminar. De todas maneras, admite que todavía no ha terminado de caer del todo en lo que implica el decir adiós. Indica que en eso influye el hecho de que la temporada se está terminando y además, que todavía no jugó el partido final, que será mañana.

La respuesta al porque del retiro es breve y concreta, pero engloba a muchas. “La vida”, contesta sobra la razón que lo llevó a dejar el rugby. Cómo todo deportista amateur, llega un momento en el que las circunstancias obligan a tomar la decisión de dejar las canchas. Si bien reconoce que se siente en el pico más alto en cuanto madurez como jugador y que está bien desde lo físico, el forward admite que ya no puede disponer del tiempo que demanda mantenerse en el alto rendimiento. “No le quiero fallar al equipo ni tampoco a mi propia salud. La clave para no lesionarse es entrenarse bien toda la semana y si no puedo hacer eso no tiene sentido arriesgarse, ni tampoco no cumplirle al grupo”, explica. En ese sentido, señala que una de las cosas en las que cambió el rugby respecto de cuando él empezó es en la intensidad física que demanda.

“Obviamente no voy a extrañar los días de frio de julio, cuando se entrena hasta las diez y media de la noche”, dice con una sonrisa. Aclara que tampoco echará de menos el jugar los días de viento como el del sábado pasado en Río Cuarto. “Creo que lo que más me va a faltar es el tiempo compartido con mis compañeros. El vestuario, los entrenamientos y el colectivo son ámbitos en los que vos forjas una relación muy fuerte. Eso se va a sentir”, comenta.

Bustamante, cerca de cumplir 33 años, comenzó a jugar cuando tenía cuatro. La tradición familiar lo inclinó por el rugby y por Urú Curé. Su padre fue jugador y su hermano menor también. Con él compartió plantel en el campeonato de la “lechuza” en el TDI B. “Para nosotros es una cuestión familiar ir al club y estar adentro de la cancha. Tuve la suerte de haber compartido esto con toda la gente que quiero. Eso es una de las cosas que mas valoro”, remarca, al momento de recordar como empezó todo. Su historia en la primera división va a quedar para siempre emparentada con una era formidable para el club, en la que se consiguieron cinco títulos.Clásico como el viento

“Me tocó subir en un momento en el que al club le iba mal. Jugábamos los domingos y yo volvía muy enojado a mi casa”, recuerda sobre aquella primera de sus 14 temporadas en la primera división de Urú. Pero las cosas cambiaron y comenzó un proceso brillante. “Hubo un grupo de camadas de jugadores que hicieron un gran recorrido formativo, siendo pumitas incluso, que llegaron a primera y se encontraron con jugadores más grandes, que nos llevaron de la mano”, explica sobre el ciclo que comenzó a finales de la primera década de este siglo. Entre los referentes más experimentados nombra a Federico Boehler (actual presidente del club), Manuel Fernández y Guillermo Rojo. “De ellos aprendí mucho sobre lo que hay que hacer afuera de la cancha, lo importante que son el sacrificio, la humildad y la disciplina a la hora de entrenar”, explica.

El punto más alto de emotividad de ese proceso fue el título en el certamen de la Unión Cordobesa en 2019. No es de extrañar que Bustamante elija a ese equipo como al que más recuerda. De todas maneras, aclara que fueron muchas las personas que contribuyeron a ese título a lo largo de todo el proceso. “Hay mucha gente que falta en esa foto y se merecía estar”, remarca.

A lo largo de esos años, Bustamante fue convirtiéndose en uno de los referentes del equipo y de la institución. “En esas charlas que siempre surgen en un café, en las que se habla sobre quienes fueron los más importantes, yo te diría que Mateo está en un top tres de los mejores jugadores de la historia de Urú Curé. Se manejó con excelentes valores toda la vida. Todos aprendimos todos los días un poco de él. Tiene una templanza que hace que el juego siempre sea divertido, nunca te va a mostar un costado nervioso”, dice sobre Bustamante, Diego Ghiglione, uno de sus entrenadores en la “lechuza”, con quién consiguieron el título de 2019. “Es una combinación atípica. Tiene un talento increíble que hace que lo que parece difícil se vuelva fácil. Eso lo une a una serenidad que tuvo desde muy chico. Siempre demostró ser un jugador mucho más experimentado de lo que su edad decía. Rara vez toma malas decisiones. Entonces, te tira destellos mágicos, pero no deja de ser serio. No me acuerdo haber visto un partido donde haya cometido errores. Es muy fácil de entrenar porque interpreta cuestiones tácticas y estratégicas que ni siquiera nosotros veíamos”, remarca sobre el forward el actual head coach de los seleccionados cordobeses.

El actual capitán de Urú Curé, Juan Cruz Cignetti, señala que va a ser una baja importante, pero remarca que es un merecido descanso para alguien que le dio tanto al club. “Mateo es un ejemplo de todo lo que tiene que ser un jugador de rugby adentro y afuera de la cancha. Es de esos líderes silenciosos que hacen lo que tienen que hacer para el juego y te guían con el ejemplo”, indica.

“Aunque no lo parezca ahora, una de mis virtudes ha sido la rapidez”, dice sonriendo sobre si mismo Bustamante, a la hora de definirse como jugador. Señala que al no tener el físico más adecuado para su posición (octavo), tuvo que encontrar estrategias para evitar ser golpeado. La velocidad, no solo física, sino también mental fue una de ellas.

Tala y Athletic aparecen como los equipos señalados a la hora de pensar en rivales que lo motivaran de una manera particular. El primero por el desafío que siempre implicó enfrentar a un equipo que fue pentacampeón en estos años y el segundo por el sabor especial que se generó en estos últimos tiempos. “La pica con ellos empezó antes de la final que les ganamos en 2019. No se porque, pero hay algo particular cada vez que nos cruzamos”, comenta.

La foto del campeón de 2019, uno de los hitos de la carrera de Mateo Bustamante.

“Ese juego a mí no me gusta”, dice Bustamante haciendo que “no” con el dedo índice, cuando se le pide que elija un entrenador que lo haya marcado. Argumenta que no puede quedarse solo con uno, porque de todos trató de sacar algo. “El fanatismo de Diego Ghiglione es muy admirable. Con él y con todo ese staff quedó una muy buena relación. También he aprendido mucho con Carlos Becerra en este último tiempo. Con él fuimos compañeros, por lo que hay tenemos una comunicación muy fluida”, comenta.

“Yo creo que en Urú empecé y terminé un ciclo. La situación es similar a cuando yo llegué a primera”, indica y explica que hoy hay un grupo de jóvenes que debe empezar a crecer. Señala que se está dando un recambio natural y que las nuevas camadas deben experimentar las cosas buenas y las cosas malas para poder desarrollarse.  Agrega que, más allá de lo que pasa en Urú, nota que los deportistas más jóvenes no tienen la misma disciplina y motivación que tenían camadas anteriores.

“Yo no me arrepiento de nada. Lo único es que podría haberlo disfrutado más. Cuando éramos más chicos renegábamos mucho, éramos muy fanáticos y eso hacía que lo viviéramos con mucha ansiedad. En cambio, estos últimos años vi las cosas de otra manera, entendí que esto hay que disfrutarlo más”, comenta a la hora de pensar su recorrido en él rugby. “Me llevo el que una de las hojitas más felices de la historia de Urú Curé tiene mi nombre. Está claro que no solo el mío, sino de todo ese grupo. Me llevo el haber sido parte de ese grupo”, señala respecto de las cosas que le quedan de estos años adentro de la cancha y remarca que no habría podido pedir una mejor foto para el final que la que se dio el sábado pasado en Soles del Oeste, con todos sus seres queridos acompañándolo en la función final en su casa.

Del Autor

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