Hombre al agua

Alberto Zorrilla, el nombre de la natación argentina

“Amaneció, Abre los ojos. Me iré con esas olas, no estés preocupada. Todos gritarán: hombre al agua” …la imagen de Gustavo Cerati cantando “Hombre al agua” con su guitarra colgada y su impronta inigualable de frontman, fue una de las tantas que ayer llenaron las redes sociales. El compositor, cantante, guitarrista, poeta, ícono estético de una o varias épocas hubiera cumplido ayer 63 años. Fallecido en 2010, es una de las figuras más importantes del rock latinoamericano y esa muerte joven lo elevó a estaturas casi míticas.

El aniversario del nacimiento de Cerati, compartió semana con otra efeméride que involucra a otra persona que debería gozar de un tratamiento similar, por lo menos en el deporte argentino. El 8 de agosto se celebra el día nacional de la natación, en conmemoración del título olímpico obtenido por Alberto Zorrilla en Amsterdam 1928. El nadador no sólo fue un ícono dentro del agua, fue uno de los primeros atletas “rebeldes” que tuvo el país.

Zorrilla nació en Buenos Aires en 1906 y a los siete años le diagnosticaron pleuresía, una enfermedad pulmonar. Cómo tratamiento, le recomendaron que practicara la natación. Fue un acierto, porque el formado en Gimnasia y Esgrima compitió en su primer Juegos Olímpicos a los 18 años. Experto en el estilo libre (que se denomina así, porque se puede utilizar cualquier estilo. Ahora todos usan el krol, porque es el más rápido), quedó a un paso de las finales de los 100 y los 400 metros. Esta última prueba, en la capital francesa, se la quedó quién años después sería Tarzán, Johnny Weissmüller.

Cuatro años más tarde, Zorrilla llegó a Amsterdam por detrás de los dos candidatos: el sueco Arne Borg y el australiano Andrew Charlton, quienes habían completado el podio en París. El escandinavo era el dueño del récord mundial, nadando 14 segundos más rápido que Weissmüller en 1924. El argentino batió al oceánico en las semifinales, pero quedó lejos del tiempo que el europeo hizo en su serie.

En la final, Zorrilla corrió desde atrás a sus rivales y los pasó en los últimos 50 metros. Ganó la prueba con un tiempo de 5:01.6. batiendo el récord olímpico de “Tarzán”. Se convirtió en el primer deportista argentino en ganar una medalla dorada en una disciplina individual. Cómo dato, en esa prueba también participó un atleta que años más tarde sería actor. Clarence Crabbe terminó cuarto, antes de cambiar la maya de nadador por la de Flash. Además, en esa cita en los Países Bajos, el formado en GEBA llegó a las finales de los 100 y los 1500. Eran tiempos en que no había tantos especialistas como ahora, hoy es difícil encontrar en el alto rendimiento alguien que se tire a la pileta en distancias tan disímiles.

Cuatro años más tarde, Zorrilla sería el abandero argentino en los Juegos de Los Ángeles. En el medio, pasó la crisis mundial de 1929 y en Argentina, hubo un golpe de estado. Los militares hicieron de las suyas, derrocaron al gobierno de Hipólito Yrigoyen e instauraron un periodo que más tarde sería conocido como la “Década Infame” (duró 13 años, pero queda mejor decirle década). Utilizando los problemas económicos como escusa, el presidente Agustín Pedro Justo, decidió bajarle el presupuesto a la delegación albiceleste que viajaría a Estados Unidos. “Se ve que la crisis duró poco y el mismo Justo pudo regalar las tierras fiscales donde se construyeron la Bombonera y el Monumental. O tal vez continúo la crisis y daba mejor prensa ser generosos con los dos clubes más populares del país que con el equipo olímpico. Nada nuevo”, escribe Gonzalo Bonadeo en su libro “Pasión Olímpica”, sobre esos hechos.

Zorrilla no bancó el destrato y en Estados Unidos se bajó de la prueba de los 400 metros libres. Fue elegido como vocero y protestó porque los atletas se quedaron con pocos recursos para bancarse la estadía, el transporte y el entrenamiento. Cómo no hubo respuesta, dejó la delegación. Oficialmente, se dijo que estaba enfermo. Después de eso, decidió retirarse y se dedicó a otros deportes. Incluso, se dio el gusto de ganar un concurso de baile de salón en Europa.

Se radicó en Estados Unidos, se nacionalizó y se casó con una islandesa e hizo su fortuna invirtiendo en Wall Street, en uno de esos guiños particulares que tiene la historia. Integra el Salón de la Fama de la natación.

Zorrilla es uno de los símbolos de la natación argentina, cuya historia oficial moderna comenzó, como casi todo el deporte actual, con los ingleses. Si bien los antiguos nativos de estas tierras nadaban habitualmente, no era algo muy bien visto. El historiador del deporte Osvaldo Arsenio, señala que el primer club de la disciplina en el país fue fundado por inmigrantes británicos.

El apellido de Zorrilla esta grabado en la historia de un deporte que nunca tuvo en el país el apoyo que le corresponde, por su carácter de disciplina madre dentro del olimpismo moderno. Cuando parecía que se venía una revolución después de los Panamericanos de Lima, la pandemia y las fallas estructurales de siempre en el deporte argentino, hicieron que se perdiera una generación entera. El símbolo fue Delfina Pignatiello, que se retiró a los 22 años, agobiada por las presiones y la falta de apoyo.

Zorrilla falleció en Miami en 1986 y su nombre fue perdiendo relevancia con el tiempo fuera del ámbito de la natación. Ese mismo año, Soda Stereo iniciaba su conquista de américa, presentando el disco “Nada Personal” y lo coronaría con la edición de “Signos”, álbum con el que la banda confirmaría su lugar de privilegio en el rock argentino y Cerati empezaría a convertirse en el ícono que es hoy.

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