Santa Evita

Ese torbellino que sacudió la vida política y social argentina hace 70 años también dejo su huella en el deporte, bautizando con su nombre a un certamen del que participaron miles de chicos, entre ellos Diego Maradona

*Estimado integrante de la comunidad de Tinta Deportiva, el autor de estas líneas pide disculpas de antemano por la reiteración de la palabra “Evita” en el texto que sigue a continuación. Nombrará siempre de esa manera a la persona en cuestión, porque cualquiera de las otras de hacerlo tiene una carga connotativa muy fuerte.

“Santa Evita”, “La Señora”, “Esa Mujer”, “La Trepadora”, “La Abanderada de los humildes”, en Argentina hay muchas Evas y cada una alimenta al mito a su manera. El deporte también tuvo la suya. Los Juegos Evita fueron un símbolo de la política deportiva del peronismo y dividieron aguas, tal como lo hizo la persona que les legó el nombre.

La primera edición de los Campeonatos Deportivos Evita se realizó en 1948. El origen de este tipo de competencias se dio en el seno de la Fundación Eva Perón. Vale decir que esa extraña carencia de imaginación que tenía -y tiene- el peronismo fue una de las razones por las cuales este tipo de eventos sumó enemigos.

La Fundación Eva Perón canalizó gran parte de la política social del primer peronismo. La niñez y la mujer fueron los objetivos principales de la tarea emprendida por la entidad. Pensando en los más chicos fue que apareció la idea de llevar a cabo un campeonato nacional en el cual reunirlos.

Investigaciones científicas y de las otras coinciden en que el origen de los Juegos Evita está en los periodistas Emilio Rubio y Eduardo Pellicciari. Este último le acercó a Evita la idea que había tenido el primero. Se trataba de un gran torneo nacional de fútbol para los niños de todo el país. Si hay algo que tuvo siempre el peronismo, fue un tacto particular para detectar ideas a las cuáles se le podían sacar provecho. Con la energía que la caracterizaba, Evita tomó la iniciativa y construyó un programa que trascendió a su tiempo. Creó una comisión en la que participaron los dos trabajadores de la prensa que tiraron la propuesta; el árbitro de fútbol Bartolomé Macías; el presidente de Racing Club, César Paillot; y el ministro de Hacienda, Ramón Cereijo. Además, se sumó al ministerio de Salud que comandaba Ramón Carrillo.

La estructura del peronismo sirvió para darle forma al proyecto y todo quedó listo para que los Juegos Evita comenzaran a finales de 1948. En ese primer certamen, que fue sólo de fútbol, participaron 15 255 chicos de entre 11 y 14 años de Capital Federal y Gran Buenos Aires. El partido final se jugó en el estadio de San Lorenzo de Almagro el 30 de enero de 1949, ante la presencia de Perón y Evita y la asistencia de numeroso público. El triunfo correspondió al equipo del Hogar de Niños General San Martín de Capital Federal, que venció a Gapanal ‒de la misma ciudad‒ por 1 a 0.

Con el correr de los años, los Juegos Evita crecieron en cantidad de participantes. Se sumaron disciplinas y distritos. Escuelas, unidades básicas, clubes de barrio y otras instituciones conformaban los equipos. La prensa acompañó dando a conocer los resultados y el evento tuvo cada vez mayor trascendencia. Los campeonatos de 1952-1953 tuvieron 163. 480 inscriptos y para esa edición se sumaron categorías femeninas.

Guillermo Blanco, exjefe de prensa de Diego Maradona, publicó en 2016 el libro “Los Juegos Evita”. Allí, rescata varias de las historias que surgieron a través de estos campeonatos. La lista de nombres célebres la encabeza el propio Diego y la completan José Yudica, César Menotti, Carlos Bilardo, José Sanfilippo, Silvio Marzolini, Antonio Rattín, Enrique Sívori, Antonio Angelillo, Vladislao Cap, Jorge Griffa, Roberto Puppo, Alberto Rendo y Roberto Saporiti.

Maradona participó de los Juegos formando parte de los Cebollitas en 1973 y 1974. En esa oportunidad visitó Embalse para disputar la fase final. Diego fue siempre uno de los principales defensores de estos torneos, remarcando la importancia que tuvo para su desarrollo como futbolista y como persona.  

Así como el justicialismo tiene olfato para saber por donde van las tendencias, también tiene cierta capacidad para despertar amores y odios de fuerte intensidad. Evita y todo lo que lleva su nombre, potencia esa cualidad.

Ni bien se conoció la iniciativa, la patria antiperonista alzo la voz para denunciar la peronización de la que era víctimas los inocentes niños argentos. Criticaban el matiz propagandístico que tenían los Juegos y los veían como instrumentos para el adoctrinamiento de los jóvenes. “A Evita le debemos nuestro club por eso le guardamos gratitud. Cumplimos los ideales, cumplimos la misión de la Nueva Argentina, de Evita y de Perón”, cantaban los chicos y chicas, cuando entonaban el himno del evento, dándole argumentos a los detractores.

Otra cosa que se cuestionaba mucho era el origen de los fondos con los que se llevaban a cabo los Juegos. Estos provenían principalmente del Estado Nacional y de la Fundación Eva Perón. Después del golpe de estado de 1955, hubo varias investigaciones buscando probar operaciones fraudulentas en la FEP, pero ninguna llegó a conclusiones concretas.

Los Juegos Evita trascendieron la muerte de su principal gestora en 1952, pero no lograron sobrevivir a la Revolución Libertadora. El gobierno de facto que derrocó a Perón en 1955 los eliminó, aduciendo que sólo servían para adoctrinar a los jóvenes en las ideas profanas del “Tirano prófugo”. Volvieron brevemente con el peronismo entre 1973 y 1976 y se reactivaron definitivamente en 2003, en la presidencia de Néstor Kirchner y en 2008, se lanzó el Plan Nacional del Deporte y los Juegos Evita se convirtieron en un derecho por ley. Hoy, por ejemplo, tienen su variante en la “playa” y otra para los adultos mayores. De todas maneras, no recuperaron la relevancia de la década del 1950.

Está claro que todo lo que hizo el peronismo fue con un objetivo político y para beneficio del partido. El deporte fue una clara herramienta propagandística en general. Es cierto que, a veces, se le fue la mano con eso de decir que Perón y Evita inventaron hasta la redondez del circulo. Pero también es verdad que  no hay fuerza política en el mundo que no caiga en el “autobombo”.

Buscando que no quedaran rastros del régimen caído, la Libertadora eliminó de cuajo toda la planificación deportiva que tenía que ver con el General y la liturgia del movimiento. Los Juegos cayeron en la volteada de inmediato. No se tuvo en cuenta -o tal vez sí y por eso los dieron de baja- la importancia que tenían para miles de niños y niñas.

Más allá de que en su origen había un componente propagandístico, los Juegos Evita trabajaron con una de las principales cualidades que tiene el deporte, la integración. La cuestión competitiva fue una escusa para acercar a los chicos al deporte y hasta aportó datos sobre el estado de salud de los niños argentinos. Los estudios que se les realizaban a los noveles deportistas en la previa de los certámenes, permitieron al estado llegar a muchos hogares.

Evita murió hace 70 años y los debates sobre su rol político se reavivaron con la presentación de la serie “Santa Evita”. Su impacto en la historia argentina es notable, si se tiene en cuenta lo corta (menos de una década) que fue su participación. Ese torbellino que se llevó puestas algunas estructuras y fundó otras, también dejó plasmado su nombre en el deporte nacional.

Del Autor

*Para más información sobre la relación entre el peronismo y el deporte, se recomienda leer la publicación “El deporte en el Primer Peronismo”, editado por Ediciones de Periodismo y Comunicación de la Universidad Nacional de La Plata, en el siguiente link: https://perio.unlp.edu.ar/wp-content/uploads/2020/03/Deporte-y-Peronismo-PDF.pdf