
Referentes del hockey local intentan explicar como hicieron las Leonas para mantenerse en la élite desde hace más de 20 años
“La esencia que transmite la camiseta se mantiene a pesar de que cambien las jugadoras. Es algo especial que va de generación en generación”, le dijo Soledad García a diario Puntal, en la previa del subcampeonato olímpico que obtuvieron las Leonas en Tokio. Casi un año después, el seleccionado argentino de hockey sobre césped sumó un nuevo podio, al caer en la final del mundial ante Países Bajos.
Son pocos los deportes en los que Argentina se puede considerar una potencia y menos aún los que combinan los resultados con la popularidad. El hockey femenino (junto con el fútbol masculino) es uno de esos casos particulares en las que ambas situaciones coinciden. Las Leonas se han vuelto una marca nacional que se mantiene vigente desde hace 20 años. Desde que nació el nombre, en los JJ.OO Sidney 2000, el equipo consiguió dos copas del mundo, cinco medallas olímpicas y sólo se bajó del podio en dos ocasiones.
Los referentes riocuartenses del deporte remarcan que esta vigencia se da por la convergencia de varios motivos. Victoria Miranda, la primera riocuartense en vestirse de Leona y sumar minutos con el seleccionado mayor remarca que hay una búsqueda de excelencia permanente en todas las áreas. “Esa motivación por ser las mejores es algo que se vive en el día a día, cuando entrenamos. Todo lo que se hace es con el objetivo de estar en la elite”, remarca la campeona olímpica de la juventud.
Ana Dodorico, integrante de la Leoncitas pone el acento en las deportistas. “Creo que la clave está en el talento y el esfuerzo de las jugadoras. Considero que la carrera de una Leona es muy sacrificada. Es un deporte amateur y nosotras entrenamos como si fuese profesional. Todos los días trabajamos doble turno y tenemos que estudiar además, porque no vivimos de esto”, explica la arquera. Agrega que ese plus de entrega está dado por la posibilidad de representar al país. “Creo que, si no estuviera la camiseta argentina de por medio, no sería lo mismo”.
Luciano Tuninetti, entrenador de Universidad, equipo del cual surgieron Miranda y Dodorico, coincide con la arquera. “Es un plus mental que tienen las chicas, y también los chicos, que les permite destacarse al lado de seleccionados en cuyos países el deporte es enteramente profesional”, señala.
Nicolás Aostri, entrenador de la primera división de Urú Curé, señala que en esa cuota extra de esfuerzo hay una cualidad que es propia del argentino. “Hay un hambre de gloria que trasciende el deporte, entiendo que es algo nuestro, propio de nuestra cultura”, explica. Es esa especie de “voluntad de poder” que emerge en el atleta de estas tierras a la hora de competir. Es eso que hizo que, por ejemplo, Los Pumas le ganaran por primera vez a los All Blacks, en uno de los peores momentos de su historia.
Esa característica argentina se potencia cuando se habla de Las Leonas. “Las jugadoras que llegan al seleccionado tienen una mística especial. Hay un legado que se transmite de generación en generación. Los equipos mantienen un espíritu competitivo con mucha entrega”, remarca Claudio Miranda, que integró la comisión directiva de la Federación Cordobesa de Hockey y colabora con la estructura del hockey de Universidad Nacional. Padre de Victoria sostiene que esa manera de comportarse adentro y afuera de la cancha, es un gen que se tiene y además se aprende. Su hija remarca la existencia de esa memoria colectiva que hacen que los nombres cambien, pero el estilo no. “Las jugadoras pasan, pero el sistema, las ganas y la manera de encarar los objetivos no”, dice la actual jugadora del Ciudad de Buenos Aires.
Esta idea de legado no es nueva. De hecho, uno de los libros más leídos en el ámbito del deporte (y también en el de los recursos humanos) se llama así. Escrito por James Kerr en 2013, “Legado” se pregunta por las razones que hacen que los All Blacks sean una superpotencia. Allí se explica que detrás de la etiqueta, hay un entramado cultural de significados, que se expresan en actuaciones adentro y afuera de la cancha. Con las Leonas pasa lo mismo. No cualquiera es Leona y para llegar a serlo hay que demostrar que se ha comprendido lo que implica pertenecer a ese mundo compartido.
Para legar algo, hay que tener a quien hacerlo. La renovación es una de las claves para entender cómo funcionan las Leonas. Llevarla a cabo requiere de dos cosas: materia prima para seleccionar y un proyecto que permita captarla y desarrollarla. “Hoy en Argentina el hockey femenino es un deporte masivo. Hay muchas chicas jugando. La base de la pirámide es bien ancha. Cuando hay más cantidad de jugadoras, es mucho más probable que haya calidad”, explica Claudio Miranda.
En Sidney 2000, las Leonas originales no solo consiguieron la medalla plateada, también le dieron visibilidad a la disciplina. Las niñas argentinas pudieron verse reflejadas en congéneres. El poster de Luciana Aimar se sumó al de Gabriela Sabatini. El hockey se volvió el deporte femenino por excelencia.
Los medios también se sumaron al fenómeno. Siempre necesitados de historias, desde la prensa recibieron con los brazos abiertos a la novedad, sobre todo, porque venía con buenos resultados. El paquete era vendible sin necesidad de mucho marketing. Las mismas protagonistas se habían encargado de crear la imagen de marca con logotipo incluido. Esa atención también atrajo a los sponsors y con ellos llegó algo de dinero.
“El apoyo que recibió el deporte después de Sidney fue muy importante para lo que vemos hoy”, indica Tuninetti. Remarca que, una vez iniciado ese proceso, nunca se detuvo. “Considero que hoy, si bien el fútbol femenino ha crecido mucho, todavía el hockey es a la mujer argentina lo que el fútbol al hombre”, señala. Destaca que en Sudamérica en general y Argentina en particular, hay mucho talento individual. La calidad deportiva suele aparecer. “En todas las disciplinas hay canteras. El tema es que en el hockey se llevó a cabo un buen proyecto para la captación, que permite trabajar en procesos de cuatro años en mayores y dos en las juveniles”, explica.
El hockey no desaprovechó la atención recibida en el post Sidney. A pesar de muchas idas y vueltas dirigenciales en la Confederación Argentina (CAH), los clubes supieron sacarle provecho. De norte a sur y de este a oeste se empezó a jugar. La organización de los campeonatos se descentralizó y, si bien la Liga Metropolitana sigue sacando mucha ventaja, el deporte creció en el interior.
Tuninetti destaca que la descentralización facilitó la unificación de criterios de trabajo alrededor del país. “Los seleccionados y las ligas de clubes permiten encontrar jugadoras en distintos lugares. Es el caso nuestro con Victoria Miranda y Ana Dodorico. Ellas empezaron jugando torneos de Liga en la Federación Cordobesa y pasaron a formar parte de los seleccionados desde chicas. Ese proceso hace que siempre haya recambio”, señala el entrenador. El calendario de la CAH incluye durante casi todo el año, la disputa de certámenes nacionales entre federaciones y clubes, en las diferentes categorías. Esas instancias son las que permiten a los entrenadores de los seleccionados argentinos juveniles encontrar talentos. Claudio Miranda coincide y añade que esa federalización hizo crecer el nivel organizativo. “Todas las provincias tienen selecciones fuertes, torneos competitivos y, sobre todo, estructuras que trabajan de forma organizada”, explica.
Aostri señala que, si bien todo se potenció con el nacimiento de las Leonas, el proyecto de crecimiento del hockey sobre césped femenino comenzó antes. El título mundial juvenil de 1993 que se realizó en Terrassa (misma sede que el de mayores que acaba de terminar) es el hito menos conocido. Argentina se coronó campeón venciendo a Australia en la final, con un plantel que incluyó a varias de las Leonas originales, entre ellas Magdalena Aicega, Vanina Oneto y Ayelén Stepnik.
El entrenador de Urú Curé remarca que es muy importante comprender que el proceso nunca se detuvo. “Todo se ha ido profesionalizando: los entrenamientos, los planes de trabajo, el uso de la tecnología (sobre todo el análisis de video)”, explica Aostri y pone el acento en cómo se perfeccionaron los equipos de trabajo en cada club y en la Confederación.
Los referentes riocuartenses del hockey sostienen que la vigencia de las Leonas es el resultado de distintas variables que conectan. La masividad del deporte, los resultados, el apoyo recibido y bien aprovechado a través de un proyecto, se combinan con ese gen especial que tiene la comunidad de atletas argentinos. A eso se le añade esa cuota de mística y significación que implica el legado de la marca Leona.
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