
El habitante de estas tierras se autoconvenció desde hace mucho tiempo que aquí no se discrimina por el color de piel, aunque detrás de esa premisa se esconde el germen de un tipo particular de discriminación
“Negro putooooo negro sucioooooo la concha de tu madreeee Todo la partido? Insupportable #noToRacist en basketball”, twitteó Gastón Essengue el 19 de marzo de 2015. El pivot camerunés, de amplia trayectoria en el básquet argentino, jugaba en Alianza de Viedma y acababa de perder por el TNA ante Banda Norte en el Parque Sarmiento. El resultado fue anecdótico. El partido pasó a la historia por que el africano, harto de escuchar insultos racistas, decidió saltar los carteles y meterse de lleno en la tribuna que da al Coloso. Se necesitó de varios de sus compañeros y algunos policías para evitar que cumpliera con su cometido de agredir físicamente a quienes lo habían maltratado todo el encuentro.
Aquella noche de viernes fue una de las pocas veces que en el deporte riocuartense se escuchó hablar de racismo. No es un concepto que aparezca mucho en las agendas mediáticas y públicas argentinas. Surge de manera espasmódica, cuando sucede un hecho particular. Cómo lo fue aquel de Essengue o ahora con lo ocurrido en la Copa Libertadores. Pero para el quehacer del debate cotidiano la discriminación racial es un mal de otras tierras como Estados Unidos o Brasil.
“En Argentina no hay racismo”, es una de las entradas del libro Mitomanías argentinas. Como hablamos de nosotros mismos, del sociólogo Alejandro Grimson. Allí, explica que detrás de esa afirmación se esconde un entramado de sentido que le permite al habitante de estas tierras no hacerse cargo de su racismo.
Grimson señala que una de las premisas sobre las que se basa ese “no racismo” argentino es que en el país no hay negros. Entonces, no es que no hay discriminación racial, sino que no hay a quien discriminar. Esa concepción de la “negritud” en Argentina entraña por lo menos dos cuestiones. La primera es que el “Negro” de piel oscura es extranjero. En muchos casos también es exótico y viene de la selva. Esa idea, que empezó con el esclavismo europeo, todavía sigue hoy muy presente en esa cargada básica de actuar como monos y tirar bananas a la cancha cada vez que aparece un equipo brasileño. Está claro que esa idea entraña una mirada de superioridad del blanco sobre el negro. La xenofibia del racismo argentino tiene otra característica particular, que es la mirada que tiene sobre Sudamérica. El peruano, el paraguayo, el boliviano son gentilicios que se utilizan como insultos de manera habitual.
La segunda cuestión es la que aparece en una frase que hasta Mirtha Legrand llegó a decir alguna vez: “Yo no digo negro de piel, digo negro de alma”. Esa frase es la que para Grimson, entre otros autores, representa el corazón del racismo argentino.
En una entrevista con los colegas de Al Toque Deportes, Silvina Berti, docente de la Universidad Nacional de Río Cuarto, explica que en cada país el racismo tiene particularidades propias. “El concepto de raza como el concepto de etnia son conceptos definidos desde el punto de vista de las identidades culturales y pasan por una construcción social y cultural. Y el cómo se va construyendo ese concepto de raza a partir del cual surgen los racismos, están anclado históricamente con procesos sociales, económicos, políticos y culturales de distintos países”, sostiene la investigadora en esa nota del 7 de junio del 2020.
El racismo argentino tiene una fuerte impronta de clase. La frase “Negro de mierda” apunta contra actores que se ubican en determinados sectores en la escala social (el negro es el “planero”, el que maneja un carro, el chico que limpia los vidrios en la esquina, el trapito) y en algunos casos, también influye la ubicación geográfica (En Río Cuarto, los negros están en el Alberdi, en Las Delicias, en el Cola de Pato, en los barrios a la orilla del Río).
En el deporte argentino, el “racismo” aparece como tema cuando se lo relaciona con los “racismos” de otros lados. Por ejemplo, cuando se le dice “macaco” a un brasileño y se arrojan cascaras de banana. Las redes sociales se indignan cuando el ex piloto brasileño, Nelson Piquet, trata de “negrito” a Lewis Hamilton, pero dejan pasar de largo cuando las hinchadas utilizan el término “boliviano” como insulto.
Algo de responsabilidad también les cabe a los deportistas. La imagen de los protagonistas de rodillas, protestando contra el racismo no es habitual. De hecho, son contadas con los dedos de la mano las veces que se detienen los partidos porque alguna de las hinchadas arremete con algún canto xenófobo. Cuando se lo hizo, tampoco sirvió de mucho. El árbitro detuvo el partido, por los altoparlantes se pidió que no se repitiera, el partido se volvió a jugar y a los cinco minutos desde las tribunas empezaron a bajar otra vez las mismas estrofas.
“Hay vienen los negros de Municipal” o “Estos mendocinos son todos chilenos”, son frases muy comunes en las canchas riocuartenses. Las dicen los mismos que repiten una y otra vez: “En Argentina no hay racismo”.
A quienes les interese la temática sobre racismo y deporte, el autor de estas líneas recomienda las siguientes lecturas.
https://archivo.altoquedeportes.com.ar/noticias/ver/42529
https://www.tycsports.com/al-angulo/racismo-futbol-argentino-id388514.html
https://www.lanacion.com.ar/deportes/tiroteos-racismo-y-china-un-pais-llamado-nba-nid01062022/
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