
Hace 40 años, el comandante Jeremy Moore recibió la rendición argentina. Fue el final de la guerra de Malvinas. Mientras se peleaba en las islas, en el continente la pelota no paró de rodar. En la Liga Regional, Alianza de General Cabrera alcanzaba el título de un torneo que se llamó Malvinas Argentinas
La guerra de Malvinas terminó el 14 de junio de 1982. Un día antes, mientras las fuerzas británicas acorralaban a las argentinas en las cercanías de Puerto Argentino, la selección de Maradona, Kempes y compañía cayó ante Bélgica en el arranque del mundial de España. La junta militar había puesto todas sus esperanzas propagandistas en ese equipo. El fútbol fue uno de sus principales aliados a la hora encubrir sus crímenes y lo sería también durante los 74 días que duró el conflicto.
La pelota no paró de rodar nunca en Argentina. Cómo la guerra era en las islas, no había ningún problema con que se siguiera jugando en el continente. El fútbol debía cumplir el rol fundamental de ofrecer un poco de entretenimiento y distensión a los hogares argentinos. “Creo que es un deber patriótico de los dirigentes alegrar a nuestros muchachos en las islas”, dijo el presidente de Boca, Martín Benito Noel, sobre otra de las supuestas misiones que tenía la pelota por esos tiempos.
Si la AFA decidió seguir jugando el torneo Nacional, que ganó Ferro, no se le pueden endilgar demasiadas cosas a los dirigentes de la Liga Regional. El certamen liguero comenzó un mes después del inicio de la guerra y -como no podía ser de otra manera- se llamó Malvinas Argentinas. El campeón sería Alianza de General Cabrera que vencería a Estudiantes en una final que sería recordada no sólo por lo futbolístico.
En el partido de vuelta en General Cabrera se armó una batahola que incluyó Invasión de cancha, gases lacrimógenos, periodistas agredidos y simpatizantes presos. Como habrán sido los incidentes que algunos medios de la ciudad y región se pusieron de acuerdo para no darle cobertura al tercero y decisivo duelo. Buscó ser una especie de castigo en tiempos en los que no existían las redes sociales y de internet solo se hablaba en términos futuristas. Se pensaba que si algo no salía en los diarios era como si no pasara.
El recorrido
Un mes antes de la guerra de Malvinas, en General Cabrera se confirmó la creación de la Alianza Deportiva. Fue le producto de la fusión de Independiente Dolores, Sportivo Belgrano y Atlético Defensores. Juan Pedro Campagno fue designado presidente y José Tamame y Héctor Grosso como entrenadores.
El dos de mayo comenzó el torneo. Mientras Inglaterra avanzaba sobre las tropas argentinas y el Ministro de Economía Roberto Alemann maltrataba los bolsillos de los que habitaban en el continente, la Alianza de Cabrera se sacaba rivales de encima de la mano de Ángel Rubén Campagna.
El Chicho era un puntero izquierdo goleador, de esos que a principios de los 80 empezaban a desaparecer. Su pase le pertenecía a Independiente Dolores y luego tendría un paso por Estudiantes. En el ´82, marcó doce de los 31 tantos del equipo y fue uno de los que tuvo asistencia perfecta.
El certamen se organizó en dos zonas de cinco equipos cada una. Alianza estuvo en la B con Lautaro Roncedo, Atenas, Alberdi y Acción Juvenil de General Deheza. Los interzonales los disputó con Deportivo Municipal de San Basilio.
Con tres victorias consecutivas, los de naranja se afianzaron rápidamente en la cima de la tabla y su etiqueta de candidato quedó certificada. Además de Campagna, el equipo de la dupla Tamame – Grosso, contaba con una línea de cuatro defensores que salía de memoria con Carlos “Pampa” Rosané, Rodolfo Iturrieta, Miguel Rodríguez y José Quiñonez. En el medio, se repartían titularidades Mario Zmutt, Mario Rivera, Roberto Barreda y Pedro Alanís.
El inicio del mundial de España obligó a frenar las acciones de esa primera rueda. A la vuelta, Alianza se clasificó primero en su zona y enfrentó en semifinales a Belgrano – Toro de Coronel Moldes. Los de naranja no tuvieron problemas en superar a la fusión y se instalaron en la final con Estudiantes.
El 29 de agosto se jugó el primer encuentro en el Ciudad de Río Cuarto. Fue empate 0 a 0 en un encuentro trabado y aburrido. La sensación fue que el empate favorecía a los cabrenenses que sólo habían perdido un partido como local en el certamen.
El 5 de septiembre de 1982 se encontraron en la cancha de Sportivo Belgrano con una gran concurrencia de público. El partido volvió a ser caliente y terminó igualado 1 a 1, estirando la definición a un tercer encuentro en escenario neutral. A los 5 minutos Domingo Sánchez anotó en contra de su propia valla para los cabrenenses, mientras que, a un minuto del final de esa primera etapa, igualó Iván Cortez para los riocuartenses. Cuando el árbitro Juan Herrera señaló el final comenzaron, en palabras de las crónicas de la época, “dantescos incidentes”.
Un grupo de simpatizantes de Estudiantes ingresó al campo para celebrar el empate que les permitía alargar la disputa. Evidentemente, esto no les cayó muy bien a los locales que decidieron “invitar a salir” a sus rivales de la cancha y para hacerlo, no tuvieron otra que saltar el alambrado. Los jugadores intentaron calmar los ánimos, pero la policía, que en tiempos de dictadura no se andaba con vueltas, decidió cortar por lo sano. Los uniformados arrojaron gases lacrimógenos y todo se desmadró por completo.
Los jugadores locales resultaron heridos cuando intentaron impedir que la policía agrediera a los hinchas. En medio del lio, no se sabe bien por qué, un grupo de cabrerenses arremetió contra los periodistas riocuartenses, que tuvieron que salir de la cancha esquivando proyectiles. Los jugadores de Estudiantes se fueron como pudieron del lugar. Fueron escoltados por la policía hasta la salida del -en ese entonces todavía- pueblo. Eso no evitó que el micro ligara algún piedrazo y resultara herido el chofer.
Como resultado de las agresiones, los periodistas riocuartenses decidieron no realizar cobertura alguna del tercer partido. En el caso de diario Puntal, sólo se encuentra registro del título de los cabrenenses en el diario del martes siguiente al tercer partido, que se disputó el 12 de septiembre. Allí aparece la salutación de Estudiantes hacia Alianza, eso que ahora se hace por las redes.
El definitivo encuentro se jugó en cancha de Acción Juvenil de General Deheza y también terminó empatado 1 a 1, con goles de Cortez para el Celeste e Iturrieta para Alianza. La definición llegó a través de los penales y fue victoria 8 a 7 para los de naranja. Lamentablemente, los hechos de violencia hicieron que hubiera muy pocos registros de aquella consagración. De hecho, el autor de este blog accedió a los recortes de diario La Calle gracias a la contribución invalorable del colega, Marcelo López Tobares.
La consagración de Alianza llegó cuando de la guerra solo quedaban las heridas. La dictadura empezaba a transitar su último año en el poder y se vislumbraba la democracia.
La campaña
Fase de clasificación
Fecha Rival (condición) Goleadores
1a Atenas (L) 3 – 0 Campagna, Sada y Rivera.
2a Alberdi (V) 3 – 0 Campagna, Alanís y Iturrieta.
3a L. Roncedo (AG) (L) 3 – 1 Campagna, Paredes y Rosané.
4a A. Juvenil (GD) (V) 1 – 2 Sada.
5a Municipal (SB) (V) 2 – 1 Campagna y Paredes.
6a Atenas (V) 2 – 2 Campagna y Barreda.
7a Alberdi (L) 1 – 2 Campagna.
8a L. Roncedo (AG) (V) 0 – 0
9a A. Juvenil (GD) (L) 5 – 0 Paredes, Zmutt, Pedrazza y Campagna (2)
10a Municipal (SB) (L) 6 – 1 Echegaray, Pedrazza, Alanís, Rodríguez y Campagna (2)
Semifinal
Ida Belgrano -Toro (L) 4 – 0 Campagna (3) y Pedrazza.
Vuelta Belgrano – Toro (V) 1 – 0 Barreda.
Final
Ida Estudiantes (V) 0 – 0
Vuelta Estudiantes (L) 1 – 1 Sánchez (E/C)
3er partido: Estudiantes 1(8) – 1 (7) Iturrieta.
Se jugó en cancha de Acción Juvenil de General Deheza.
El plantel
Jugador PJ G
Juan Ayala 15 –
Ángel Campaña 15 12
Miguel Rodríguez 15 1
Roberto Barreda 15 2
Pedro Alanís 15 2
Carlos Rosané 14 1
José Quiñones 13 –
Mario Zmutt 12 1
Mario Rivera 11 1
Mauricio Álamo 10 –
Oscar Paredes 10 3
Héctor Echegaray 9 1
Rodolfo Iturrieta 9 2
Miguel Pedrazza 6 3
Víctor Sada 4 2
Américo Mana 4 –
Carlos Chanquía 2 –
Pedro Haseney 2 –
Del Autor
*Agradecimiento especial a Marcelo López Tobares