
Las huellas de Paulo Freire
El pedagogo brasileño hubiera cumplido ayer 100 años y desde Tinta lo recordamos pensando como los entrenadores aplican sus ideas en la formación de los atletas
Táctica, técnica, psicología, destreza, pedagogía, las áreas en las que trabaja un entrenador son diversas y están en constante evolución. Se podría decir que cada DT tiene su librito y desarrolla su rol de acuerdo a lo que más le resulta. Hace un tiempo atrás, Sebastián Domínguez contó que Ricardo Gareca les hacía preguntas a sus jugadores que poco tenían que ver con el fútbol. Cuestiones tales como qué preferían desayunar o qué libros leían. La razón por la que llevaba a cabo estas consultas era para armar perfiles psicológicos de sus dirigidos y así diagramar maneras distintas de tratarlos y acercarse de forma más personal.
“Manual de juego”, serie de Netflix, indaga en las historias de entrenadores y sus formas de trabajar. Doc Rivers, José Mourinho, Jill Ellis, Dawn Staley y Patrick Mouratoglou cuentan cómo se cruzan las vivencias personales con sus experiencias laborales.
Sobre el final de la entrevista, Rivers -campeón de la NBA- recuerda que cuando comenzó a dirigir le aconsejaban que no se involucrara con sus jugadores. Le repetían que los tratara con distancia para marcar autoridad. El DT afirma que hoy cuestiona aquellas recomendaciones. Remarca que para él no hay otra manera de entrenar que meterse de lleno en la vida de sus jugadores.
Rivers hace hincapié en que no sólo se trata de entrenar al jugador, sino de relacionarse con la persona. Se trata de ver crecer al ser humano en todas sus aristas e ir de la mano con ese proceso.
En el documental, Rivers relata que un tiempo atrás conoció la filosofía africana basada en el Ubuntu. La base de esa cosmovisión dice que una persona sola es una contradicción en sí misma. Un ser humano sólo es a través de otras personas. La vida es un proceso en el que se aprende de los otros todo el tiempo. Nadie es todo el tiempo un maestro y nadie es todo el tiempo un alumno.
No se trata de enseñarle al jugador una jugada de pelota parada o decirle cómo debe pararse para recibir un saque y que éste lo memorice como si fuese un robot programado. Se trata de interactuar con una persona y generar un vínculo que trascienda lo que ocurre en lo deportivo.
El exentrenador de la selección de vóley Julio Velasco contó en el programa de DeporTV “Entrenadores” que a veces planificaba ejercicios incongruentes. Algo así como si un docente de Historia les dijera a sus alumnos que saltaran en una pata mientras se tocan la nariz. El objetivo era ver cuán conectados estaban los jugadores con la práctica. Si todos lo hacían sin decir nada, cortaba la tarea y les preguntaba por qué la hacían. La respuesta “Porque usted lo ordenó” le demostraba que en ese momento no existía un vínculo con la actividad y mucho menos posibilidad de aprendizaje.
“Yo necesito que me cuestionen, que me digan si no se sienten cómodos, porque eso me demuestra que hay un vínculo que va más allá de esas dos horas en las que nos vemos. Además, porque me hacen ver cosas a las que yo no les presté atención”, explicó en esa misma entrevista Velasco. Agregó que el diálogo resulta vital para llegarle al jugador y que éste progrese.
Otra de las interesantes historias del documental de Netflix es la de la entrenadora de la selección de fútbol femenino de Estados Unidos. Jill Ellis explica que, más allá de los triunfos, los acontecimientos más emocionantes de su carrera ocurrieron al margen de lo competitivo. Uno de ellos fue el apoyo que le brindaron sus dirigidas cuando decidió hacer pública su condición sexual. El otro se produjo el año pasado, cuando las jugadoras de la selección se movilizaron pidiendo igualdad en el trato que recibían respecto de sus colegas de la masculina.
Ellis remarcó que fue un orgullo ver a jugadoras con las que había trabajado desde las divisiones formativas ponerse al frente de un reclamo que se anclaba en el fútbol pero que tenía que ver con la lucha de las mujeres en general. El objetivo no era sólo corregir su condición actual de desigualdad, sino poner las bases para que generaciones futuras de futbolistas no pasaran por lo mismo.
El hilo conductor entre las historias de estos entrenadores es el de la búsqueda por algo que va más allá de lo deportivo. Se trata de entender al jugador como una persona que tiene capacidades, emociones y saberes particulares. Intentan salirse de ese rol de jefes o líderes autoritarios y ponerse en el de formadores, asumiendo una posición mucho más pedagógica.
Muchas de esas ideas hicieron de Paulo Freire uno de los referentes más importantes en la educación. El pedagogo brasileño trajo consigo una mirada muy diferente a la tradicional. En parte, porque puso en lugares distintos al docente y al estudiante.
El educador ya no es un emisor monolítico que manda mensajes sin prestarle atención al feedback. El alumno deja el rol de un ser pasivo que sólo recibe información. Ya no se trata de figuras vacías e intercambiables, son personas que interactúan y se embarcan en un proceso en el que ambos pueden aprender. La escucha era un aspecto central en ese trayecto.
Freire les otorgó valor a muchos conceptos que venían de la comunicación. Sostenía que enseñar no es transferir conocimientos, sino generar las posibilidades para su producción. La educación es un diálogo entre personas, no una transmisión de datos.
Repetía que la educación es una puerta hacia la libertad, pero no como una simple consigna de cierta política barata. Afirmaba que el aprendizaje apunta a la construcción de ideas propias. Debe contribuir para que la persona reflexione sobre su situación y no para que simplemente obedezca órdenes.
“La educación cambia a las personas que van a cambiar el mundo”, solía decir Freire y esa premisa puede aplicarse también a la formación de deportistas. Rivers, Ellis y Velasco intentan ser un tipo particular de entrenadores, que persiguen objetivos más profundos que sólo los competitivos. Son directores técnicos que se ponen el traje de profesores y estimulan de una manera distinta a sus pupilos. De sus escuelas no salen sólo atletas, sino que surgen personas con intereses y opiniones distintas, dispuestas a impactar en la realidad que los rodea.
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