Borges y la dignidad de la derrota

Ayer, se cumplió el aniversario número 122 del nacimiento de Jorge Luis Borges. En Tinta Deportiva recordamos al escritor a través de una de sus frases célebres, que tiene un impacto directo en el día a día del deporte

¿Qué es una derrota digna? ¿Quién mide la dignidad de un descalabro? ¿Existe algo así o es una simple excusa para amainar el dolor de una caída? Al escritor argentino Jorge Luis Borges no le gustaba el fútbol, le parecía una actividad vulgar, que despertaba las peores pasiones. Incluso llegó a decir que era popular, porque la estupidez era popular y que se trataba de un grupo de personas corriendo detrás de una pelota. Pero la vida suele tener sus ironías y así, una de las afirmaciones del ensayista terminó sirviendo de base para el desarrollo de un debate profundo dentro de la disciplina que tanto le disgustaba.

“La derrota tiene una dignidad que la ruidosa victoria no merece”, escribió Borges en Nota para un cuento fantástico, hablando de unos niños que juegan a la guerra.

La idea de que una derrota puede ser digna aparece siempre que un equipo pierde. El uso de la misma no siempre tiene el mismo significado, aunque apela a distintos recursos para morigerar el impacto de una caída.

En general el uso del término que se hace en el fútbol refiere a una de las definiciones que la RAE hace de la palabra “dignidad”. Esa que la relaciona a la excelencia y el decoro de las personas en la manera de comportarse.

Uno de los sentidos en los que se saca a relucir es la de ser un “buen perdedor”. Un derrotado digno es aquel que acepta la victoria del rival sin protestas ni reproches y felicita a su oponente victorioso por haberlo superado. Aquí lo que dignifica son las acciones posteriores al partido.

En términos futboleros se trata de “no llorar”, de aceptar la caída sin caer en reproches hacia el árbitro, el azar o los merecimientos. Se produjo un resultado negativo y punto. Hay que analizar los motivos, pero no desconocer los méritos del rival.

Otra acepción, toma como eje central lo realizado por el derrotado adentro de la cancha. Una caída digna es aquella en la que el equipo perdedor no recurre a malas artes, a las trampas o a los golpes arteros. Acepta la superioridad del rival y no busca neutralizarla con acciones ilegítimas o ilegales. Respeta los valores y el sentido del juego. Indigno es aquel que no admite que su rival le tire un caño y lo levanta por el aire con un terrible murrazo, aquel que hace tiempo para evitar que el oponente pueda jugar o aquel que busca “llevarse puesto a otro”, provocando reacciones violentas a través de burlas o agresiones.

Otra mirada de las caídas dignas, relacionada a lo anterior, tiene que ver con el respeto por si mismo que tiene el derrotado. Es el no traicionarse en cuestiones de estilo y de entrega. Hizo todo lo que pudo dentro de sus posibilidades, se entrenó con responsabilidad y ofreció un gran espectáculo. El equipo perdedor se fue de la cancha con la cabeza en alto, sin reproches más allá de los que se generan por alguna jugada puntual.

La “derrota más digna” es aquella que suma todos estos factores y conlleva al aprendizaje. Es decir, aquella de la que se consigue sacar algo provechoso y progresar. En general, el perdedor digno es aquel se va sin hacer ruido, sin quejarse y sin llamar la atención negativamente.

En contraposición, aquel victorioso que exacerbe sus cualidades ganadoras o denigre al perdedor, sin importar como se haya dado partido, estará siendo un ganador indigno. Ya que sus acciones no tienen en cuenta los valores del juego y sobre todo le está faltando el respeto a su rival.

En algún punto, la idea del “ganador indigno” se relaciona con una definición más profunda del término. Una línea de la filosofía señala que la dignidad es intrínseca al ser. Las personas nacen dignas, con derecho a decidir y ser respetados. Una derrota en el campo de juego no es ni puede ser un motivo que amerite el destrato.

Sin meterse de lleno en esa discusión, hay que decir que la frase de Borges entraña también la idea de que los lugares del derrotado y el victorioso cambian constantemente. La idea de la dignidad es la que debería permanecer, sin importar el lugar que se ocupe en ese momento determinado. De todas maneras, en el fútbol no faltan los que identifican la idea del “perdedor digno” con las excusas. Dicen que una derrota es una derrota, sin importar como se produzca.

 

Del Autor

Nota publicada por El Autor en diario Puntal el día 20 de mayo de 2020.