
Mientras el fútbol femenino argentino llega a la TV Pública, las deportistas afganas sufren el regreso de tiempos oscuros
*Aquellos interesados en conocer un poco más lo que ocurre en Afganistán pueden visitar en twitter el perfil del periodista Fernando Duclos ( @periodistan_ )
“Un buen domingo, mates, fútbol femenino y televisación para todo el país”, twitteó el domingo el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, Claudio Tapia. Fue un fin de semana muy importante para todas las mujeres que se han sabido ganar su lugar en el machista mundo del fútbol. La primera fecha del torneo Clausura 2021 de AFA se pudo ver en todo el territorio por las pantallas abiertas de la TV Pública y DeporTV.
Desde que se profesionalizó el fútbol femenino en 2019, la televisación estaba dentro del “pack fútbol”. Para poder verlo, había que pagar aparte. El aumento en las mediciones de audiencia, entre otras cosas, hizo que desde las autoridades de AFA y desde la TV Pública se vieran atraídos.
La fuerza que desarrolló el fútbol femenino en los últimos tiempos le hizo ganarse su lugar. Las horas de pantalla que llegarán a partir de la televisación abierta, pueden generar un circulo virtuoso que le de un espaldarazo mayor.
La TV Pública está cumpliendo así con uno de los objetivos que se supone tiene en el ámbito deportivo. Su pantalla debe brindar espacios a aquellas disciplinas que por diversos motivos tienen menos visibilidad y por ende menos capacidad de generar fondos. Es un paso más dentro de un proceso que sigue avanzando.
Claudio Tapia ha encontrado en el fútbol femenino un lugar en el cual llevar a cabo la vieja política grondoniana de acomodarse políticamente a los contextos. Su antecesor siempre fue muy hábil para quedar bien parado a través de cierto tipo de gatopardiismo. Cambiar algo para que no cambie nada. Otorgar algunas cosas que permitan mantener una fachada y obtener aliados pensando en batallas futuras.
Para Tapia el fútbol femenino es una bandera para mostrar. También es un hilo para tejer puentes con el gobierno nacional, a través de la televisación y del sponsoreo oficial a cargo de YPF.
Referentes y jugadoras han sabido aprovechar esos espacios que les brindó la AFA. Tienen en claro que nada es porque sí, pero utilizan esas ventanas para construir puertas. El nivel del fútbol femenino fue el que generó que subieran las audiencias de los partidos en estos dos años y así creciera el interés mediático.
Justo en el mismo fin de semana en el que las futbolistas argentinas celebraban una nueva conquista, en Afganistán, miles de mujeres deportistas veían como muchas de sus carreras -y vidas- se volvían una película de terror. El regreso de los talibanes al poder, pone en jaque cualquier avance en materia de derechos.
“Me rompe el corazón debido a que todos estos años hemos trabajado para incrementar la visibilidad de las mujeres, y ahora le estoy diciendo a mis mujeres en Afganistán que se escondan y desaparezcan. Sus vidas están en peligro”, declaró Khalida Popal (34) una de las pioneras del fútbol femenino. En su adolescencia, ella y otro grupo de mujeres jugaban escondidas, para evitar ser descubiertas por el régimen talibán de aquel entonces.
La caída del gobierno fundamentalista en 2001, habilitó algunas libertades. En 2007, cuando el fútbol femenino ya se jugaba en las escuelas de Kabul, el Comité Olímpico afgano creó un seleccionado con alumnas de esos colegios. El primer partido de ese combinado fue contra un equipo conformado por agentes de un ejército de la OTAN. Un año después, ese equipo empezó a participar de torneos en otros países de la región. En 2010 se produce la presentación oficial de la selección en el Campeonato del Sur de Asia en Bangladesh.
La visibilidad del fútbol femenino crecía junto a los derechos que iban ganando las mujeres, sobre todo en las grandes ciudades. Las jugadoras eran un símbolo de esas conquistas. Debido a esto, llegaron las amenazas de muerte de parte de los extremistas. Popal decidió exiliarse a India y luego a Dinamarca, donde reside actualmente.
Desde allí, fundo su organización Girl Power, destinada a facilitar que las mujeres de minorías inmigrantes en los países europeos, las refugiadas y las personas LGTBIQ+ aumenten su autoestima y ganen confianza a través de la práctica del deporte. Además, participó en otro de los hitos de la selección afgana. Siendo la directora deportiva, encabezó las denuncias por abusos sexuales a algunos de los entrenadores y directivos de la Asociación de Fútbol de Afganistán.
La llegada de los talibanes es un golpe para todo el deporte femenino. Por estos días se conoció el relato desesperado de Nilofar Bayat, capitana del equipo de básquet en silla de ruedas. Abogada y miembro de la Cruz Roja Internacional, perdió la posibilidad de caminar debido a que un misil talibán destrozó su casa durante un enfrentamiento. “Mi vida se acaba Antonio. No puedo seguir aquí”, le dijo al periodista español Antonio Pampliega. Horas después, se confirmó la decisión del nuevo gobierno de no participar de los Juegos Paralímpicos, donde iba a hacer su presentación la taekwondista Zakia Khudadadi. Iba a ser la primera mujer en representar al país en este tipo de evento.
Incluso sin los talibanes, hacer deporte para las mujeres en Afganistán no es sencillo. La atleta Kamia Yousufi, de origen iraní, fue la abanderada de la delegación tanto en Río 2016 como en Tokio 2020. En ambos Juegos fue la única representante femenina y debió competir con todo cuerpo cubierto por el burka. Sólo pudo dejar al descubierto su rostro y sus manos.
Entre las tantas cosas que el régimen Talibán le impide hacer a las mujeres está el cantar. El periodista Fernando Duclos -Periodistan en Twitter- contó en uno de sus hilos de esta semana, que uno de los hitos de la República Afgana fue el poder realizar una versión local del programa de TV “La Voz”, con la participación femenina. Con el retorno del viejo gobierno, eso es inimaginable. Ni hablar el poder ver a mujeres jugando al fútbol, exhibiendo sus piernas y desbordando sus emociones a través de la televisión abierta.
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