París: la sombra en la Ciudad Luz

Juan el Extenso

Colaborador experto en historia

La ciudad es un ícono del mundo occidental, pero detrás de la moda, el arte y las ideas, se esconde una historia escrita con algo más que solo tinta

*Aprovechamos esta oportunidad para presentar a nuestro nuevo colaborador en la sección Cienciando. Juan el Extenso es estudiante de la carrera de historia y se ofreció a darnos su mirada en algunos de los temas que abordamos. Le bautizamos como el Extenso porque pedirle que sea breve, es un desperdicio de caracteres.

“Algo de vos llega hasta mí, cae la lluvia sobre París”, dice la inconfundible voz de Fito Páez. Dando cuenta de esa obsesión occidental siempre tan presente con ese lugar. París es esa ciudad de la que todos hablan y muchos no conocen. Tan mítica y a la vez tan cruda, sus monumentos históricos son casi tan impresionantes como las ratas que recorren sus calles. A partir de agosto del 2021 tendrá una nueva joya para ofrecer: Lionel Messi.

Cómo Cortázar, como Mercedes Sosa, como tantos otros argentinos, el rosarino encontró “asilo” en los Campos Elíseos, después de su “exilio” catalán. Caminará las mismas calles por las que desfiló la Grand Armee de Napoleón y las que tomaron los jóvenes en el Mayo Francés.

Pero esta París del siglo XXI que recibe inversiones qataríes está muy lejos de aquella que fundaron los Parisi en el siglo III antes de cristo. La historia oficial dice que está tribu celta se asentó en una Isla en el medio del río Sena y empezó la construcción de una ciudad. Estuvieron tranquilos allí, hasta que los romanos empezaron a construir su imperio.

Lo primero que hicieron los romanos fue ponerles el nombre que a ellos les parecía más adecuado. La región pasó a llamarse la Galia y sus habitantes fueron denominados “galos”. Esta sería la tribu que daría origen a los personajes del comic de Asterix.

Un romano con ganas de ganas de sumar poder político, Julio César, tuvo la ocurrencia de conquistar la Galia y lo consiguió. Dos siglos después de su fundación la ciudad de los Parisi pasó a ser romana. Su nombre cambió al de Lutecia.

Como se sabe, todos los imperios caen. El de los romanos duró bastante, pero en el siglo III d.C. se empezó a desarmar. Mientras esto sucedía, un grupo de tribus “bárbaras” del centro de Europa unió fuerzas para defenderse de la amenaza de Atila el Huno. De estas alianzas surgirían los Francos. Este grupo incursionaría dentro de los territorios del imperio y se ubicaría en el norte de la Galia. Para los desprevenidos, por los Francos es que hoy conocemos a esa zona como Francia (En aquellos tiempos se denominaba Frankia).

De la mano de los Francos, Lutecia volvió a ser París en el siglo IV y en el año 508, el Clodoveo ubicó allí la capital del reino. Unos doscientos años más tarde llegaría el más famoso de los líderes Francos: Carlomagno. Su historia es larga, pero para resumirlo, fue nombrado el primer emperador del Sacro Imperio Romano, conformado por lo que hoy conocemos cómo Francia, Alemania y porciones de Italia. Fue nombrado el defensor de la Iglesia Católica.

Alrededor del año 850, la ciudad empezó crecer y se volvió un objeto codiciado para el nuevo enemigo de los pueblos cristianos de Europa: los vikingos. Hay datos de dos grandes invasiones a la ciudad por parte de los escandinavos ambos resistidos por los parisinos. Uno de ellos se puede ver en la serie Vikingos, aunque se tomaron algunas licencias. No está claro que haya sido Ragnar el que la invadió. Si hay algunos textos que indican que Carlos El Calvo, rey francés casó a su hija con uno de los invasores, Rollo, y le otorgó una porción de territorio, dando origen a lo que hoy se conoce como Normandía. Por otro lado, la ciudad es mostrada como si fuera una isla de fantasía al estilo Gondolín y para esa época, París ya había cruzado el Sena y era bastante más que sólo una isla. Tampoco hay registros de ese rodillo triturapersonas.

Un detalle interesante es que en 1257 se fundó la Universidad de La Sorbona en un sector que luego sería conocido como el barrio Latino. Como se darán cuenta los lectores, su nombre no tiene nada que ver con que allí se establecieran grandes artistas de Latinoamérica. La denominación surge a que en la universidad confluían estudiantes de muchas regiones y para comunicarse usaban una de las pocas lenguas comunes que había en ese tiempo en Europa: el latín.

Hubo momentos en los que no fue tan lindo vivir en París, por ejemplo, entre el siglo XIV y el XV. La guerra de los Cien años con Inglaterra – que tuvo a los británicos invadiendo París en algún momento- y la Peste Negra fueron momentos críticos.

El manejo que los parisinos hicieron de la enfermedad no fue la mejor. Eran personas más de fe que de ciencia, por eso culparon de la epidemia a los judíos y a los gatos. A los primeros, simplemente porque no eran cristianos y a los felinos, porque se los asociaba con el diablo. En esto último le pifiaron feo, ya que, al masacrar a los pobres mininos, alteraron la cadena alimenticia. No había quien se comiera a las ratas, grandes transmisoras de enfermedades. Los roedores iban y venían por la ciudad sin control (bueno, casi como ahora). Además, como se estaban quedando sin espacio para enterrar gente (este sería un problema recurrente para los parisinos), no tuvieron mejor idea que arrojar cadáveres al río, que era su fuente de agua potable. No hace falta explicar las consecuencias de esa decisión.

Como se dijo, los franceses siempre fueron hombres de fe. De hecho, Messi jugará en el París Saint Germain (San Germano). Este es el nombre de una de las iglesias más antiguas de la ciudad y se llama así en honor a un obispo de ese nombre.

En general, París es conocida como la ciudad luz, pero no le quedaría mal que se la conociera la ciudad roja. Es que sus calles han visto muchos derramamientos de sangre, más que muchas otras de las importantes. En el siglo XVI, Martín Lutero escribió su nombre en la historia desatando el conflicto entre católicos y protestantes. En Francia, este conflicto llevó a una guerra civil. En ese contexto, en la capital se produciría una de las matanzas más paradigmáticas de la época: la Masacre de la noche de San Bartolomé. Se dice que, ante el temor de una revuelta protestante, el rey Carlos IX (algunos señalan también a su madre Catalina de Médici) ordenaron asesinar a los cabecillas de los Hugonotes (partido protestante), pero la cuestión se fue de las manos y murieron cerca de 3.000 personas. Se cuenta que la orden para el inicio de la matanza llegó a través de los campanazos de la catedral de Saint Germain.

Más de un siglo después, cansado de las revueltas y de los problemas habituales que tenía toda gran urbe en esos tiempos, Luis XIV decidió mudar su corte y ordenó la opulenta renovación del Palacio de Versalles. Desde ese momento, los reyes franceses vivirían allí hasta el final de la monarquía.

En 1786 comenzaría la formación de uno de los símbolos más morbosos de la ciudad. La acumulación de cadáveres hizo que los cementerios de la ciudad se llenarán y la tierra ya no aceptaba más enterramientos. Algo habían aprendido de la Peste (ya no tiraban los muertos al Sena) y no querían volver a sufrir ninguna epidemia. Por eso decidieron utilizar las viejas canteras romanas que estaban en el subsuelo de la ciudad para mover algunos de los restos antiguos hacia allí. Así nacieron las famosas catacumbas, que conforman una necrópolis y son el origen de leyendas y mitos urbanos.

Mientras los monarcas se daban todos los gustos encerrados en la belleza de Versalles, en París el caldo se ponía espeso. La crisis francesa de finales del siglo XVIII decantaría en la Revolución Francesa. En ese proceso, la ciudad sería testigo de los principales acontecimientos, como la toma de la prisión de la Bastilla y la decapitación del rey Luis XVI.

La Revolución Francesa y las ideas de la Ilustración que la acompañaban, le dieron a París el aura de “Ciudad Luz” con la que se la asocia en la actualidad (También fue la primera en tener un sistema de iluminación artificial, pero eso tiene menos glamour). Esa rica historia artística y cultural que estallaría sobre finales del siglo XIX y principios del XX, sobreviviría incluso a las dos guerras mundiales y a la presencia de los Nazis (dicen que Hitler dio la orden de quemarla antes de perderla contra los aliados y que el gobernador militar alemán Dietrich von Choltitz lo desobedeció, aunque la documentación no es clara sobre este tema). Ese halo sería reflotado en las décadas de 1960 y 1970, con distintos movimientos sociales.

París se ha convertido ahora en el faro del fútbol mundial. El PSG, que de francés solo tiene el nombre, brilla a través de sus estrellas. La “Ciudad Luz” es ahora la ciudad de Messi. El rosarino pasará a formar parte de la historia ilustre de la urbe. Eso sí, como vimos en este texto, el capitán de la selección argentina también transitará calles que se tiñeron de sangre varias veces y gambeteara encima de un laberinto de huesos.  

Autor: Juan el extenso