
El debate sobre diversidad y género irrumpen en el ámbito del deporte, aunque el propio deporte, a veces, no quiera que pase
“El verdadero héroe olímpico es el individuo masculino adulto”, dijo Pierre de Coubertain, fundador de los Juegos Olímpicos Modernos. La frase se pegó como autoadhesiva en el imaginario popular. Tan es así, que más de 80 años después, el deporte es uno de los ámbitos en los cuales más cuesta abrir espacios para las discusiones sobre el género o la diversidad sexual.
Ayer, Alemania empató con Hungría en un encuentro disputado en Múnich por la Eurocopa. La ciudad Bávara se iluminó con los colores de la bandera del Orgullo LGBTIQ+, así como también varios estadios y monumentos germanos. Fue la respuesta a la decisión de la UEFA, que prohibió que el Alianz Arena, escenario del encuentro, luciera esos colores. Antes, la entidad europea amagó con sancionar al arquero alemán, por usar los colores de la bandera en su banda de capitán.
La UEFA justificó su decisión en sus estatutos, que exigen neutralidad política y religiosa. De hecho, para protegerse de las críticas, cambió su logo y lo decoró con los colores de dicha bandera.
La historia comenzó hace unos días. El gobierno de ultraderecha del primer ministro de Hungría, Víktor Orban, aprobó una ley que prohíbe los contenidos que hagan referencia a la diversidad sexual en los colegios y en programas de televisión dirigidos a menores. La legislación, que entre otras cosas da por tierra con cualquier tipo de programa de educación sexual, es una afrenta más en la pelea política que tiene el líder magiar con la Comunidad Europea. De ahí que la UEFA, tan “tibia” para algunas cosas como la FIFA, impidiera que el estadio de Múnich luciera el arcoíris.
Tampoco es inocente que Alemania y la comunidad europea utilicen el fútbol para responderle al primer ministro húngaro. Cómo otros en el pasado –sin importar líneas ideológicas-, Orban utiliza el fútbol como una de sus herramientas de poder. Su retórica nacionalista se sirve de aquella mítica selección magiar de los años 50. “Los Violinistas” o el “Once de oro”, liderados por Ferenc Puskas, fueron uno de los símbolos húngaros en la resistencia contra la Unión Soviética. El líder magiar se muestra en cada encuentro del seleccionado e intenta revivir aquella mística.
La presencia de Orban en el fútbol no se queda allí. Según el sitio web francés Footballski, especializado en el fútbol del este, de los doce clubes de la OTP Bank Liga (la primera división húngara), diez son propiedad de personas cercanas al premier, políticos o empresarios húngaros. Quizás el dato clave a la hora de entender su relación con el fútbol sea que en su pueblo natal Felcsut inauguró un estadio para 4.000 personas. La cifra no parece exuberante, excepto porque la localidad tiene 2.000 habitantes.
Orban es uno de los emblemas de los ultras (barras bravas) húngaros. La Carpathian Brigade, como se hacen llamar, estuvo presentes en Múnich y mostró banderas con leyendas homofóbicas. A ellos les “dedicó” su gol el alemán León Goretzka. Después de convertir, corrió hacia donde estaban con mirada desafiante e hizo el gesto de un corazón.
“Cuando se trata de estos problemas, nuestra sociedad suele estar mucho más avanzada que el deporte”, le dijo Goretzka hace un mes a DB Mobil. Lo hizo ante la consulta sobre como el otrora capitán alemán, Philip Lahm, les recomiendaba a los jugadores que no “salieran del closet”.
Aquellas sugerencias de Lahm suenan contradictorias. Ya que el petiso lateral, es reconocido por su apoyo a las campañas a favor de la diversidad sexual. Su explicación siempre fue que no quiere ver a jugadores sufrir el estigma que provoca declararse abiertamente homosexual. “Yo tendría miedo que a alguien le ocurriera lo mismo que al futbolista Justin Fashanu, que después de salir del armario acabó suicidándose”, declaró el alemán hace unos años atrás, recordando al malogrado jugador inglés.
En Argentina, los casos conocidos de deportistas que han dado a conocer su homosexualidad vienen del vóley y el básquet. En la Liga Profesional de Fútbol todavía no se han producido estas declaraciones. Si bien los tiempos han cambiado un poco, el tema sigue siendo tabú. Ya no hay entrenadores como Daniel Passarella (que declaró que no convocaría a la selección a jugadores homosexuales) o presidentes de clubes como Mauricio Macri (dijo públicamente que sería complicado tener a un jugador gay en el equipo porque se trata de una persona “enferma”), pero no es algo que se escuche entre los debates futboleros.
El miedo a la exclusión y a ver afectadas sus carreras son algunos de los problemas que todavía acarrea el ser gay en el mundo del deporte. La desgarradora autobiografía de Gareth Thomas da cuenta de eso. El ex rugbier galés hizo pública su homosexualidad luego de retirado. En el libro relata el terrible recorrido que le implicó ocultar que se sentía atraído por los hombres. El impacto de su confesión fue tremendo. Símbolo de la rudeza obrera británica, el calvo musculoso expresó cómo lo destrozaba por dentro no poder vivir libremente. Confesó que cuando lo convocaron a la selección, lloró porque sintió que cada paso en su carrera era un candado más al armario.
En la Liga de Río Cuarto tampoco hay futbolistas que hayan declarado abiertamente ser gays, aunque cabe preguntarse cuál sería la reacción de la sociedad futbolera local. Por estos lados tampoco se habla demasiado de diversidad sexual.
Un día antes del encuentro en Múnich, el deporte estadounidense vivió un día histórico. El jugador de fútbol americano Carl Nassib reveló su homosexualidad a través de las redes sociales. Se convirtió así en el primer jugador de la NFL en actividad en hacerlo.
“Soy una persona bastante reservada, así que espero que sepan que no estoy haciendo esto para llamar la atención. Creo que la representación y la visibilidad son muy importantes. De hecho, espero que algún día, videos como este no sean necesarios, pero hasta entonces haré mi mejor esfuerzo y mi parte para cultivar una cultura de aceptación y compasión”, explicó en Instagram Nassib. Inmediatamente después de publicar ese video en las redes, el jugador de Las Vegas Raiders, recibió las felicitaciones de sus colegas. La propia NFL emitió un comunicado en apoyo a la declaración.
Por su parte, la GLAAD, una organización no gubernamental estadounidense de monitoreo de medios, fundada como protesta contra la cobertura difamatoria de personas LGBT, calificó el anuncio de Nassib como “un reflejo histórico del estado creciente de visibilidad e inclusión LGBTQ en el mundo de los deportes profesionales”. Tal fue el impacto de la declaración, que la camiseta del jugador de los Raides se convirtió en la más vendida de toda la liga esta semana.
Está claro que la frase de Coubertain caló hondo en el deporte. Esas marcas no son fáciles de borrar. Muchas de las actividades que se llevan adelante (cambiar los colores de un logo) obedecen más al marketing que a posturas concretas. De todas maneras, la movida alemana y la declaración de Nassib son espacios de tierra fértil sobre los cuales empezar a sembrar el debate sobre la diversidad sexual en el deporte.
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