
No importa si hay una marea de contagios de coronavirus en los plantes, en el fútbol argentino, el show debe continuar
Un tiempo antes de que Freddie Mercury la hiciera canción, la frase “El show debe continuar” ya había sido inmortalizada por otro artista. Cuenta el mito, que el cantante francés Charles Aznavour se la dijo a su hija, mientras seguía en el escenario después de una descompensación. La máxima pegó de lleno en el seno del pensamiento occidental. En el fútbol se escucha mucho y en el deporte en general, también. No importa lo que pase, el show debe continuar. La pelota tiene que seguir rodando.
Los partidos de fútbol en Argentina no se suspenden. Julio Humberto Grondona la grabó a fuego en estas latitudes. No importa que desde el cielo caigan baldazos de agua, la pelota debe seguir rodando. “El show debe seguir, no le vas a hacer esto a la gente que está en las tribunas”, se dice como justificación, observando a unos cuantos valientes que hacen lo que pueden para evitar ahogarse en las gradas. Como argumento suena raro ¿No sería preferible para la gente, volver a su casa en vez de llevarse un resfrió descomunal?
Jugar bajo la lluvia es lindo. La cancha embarrada remite a una mística nostálgica. Es el potrero y el recuerdo de los partidos de antes. Es cierto que el terreno inestable puede generar lesiones, pero no siempre pasa. Un triunfo con una cortina de agua de por medio es épico. Las fotos del ganador celebrando empapado, siempre van al poster. Si hay refucilos de fondo mejor. La tormenta eléctrica vende bien, tiene algún riesgo estar a la intemperie cuando caen rayos, pero sería demasiada mala suerte que alguna tenga la ocurrencia de dar contra la cancha.
Es épico ganar cuando llueve, como es heroico resistir lesionado. El show debe continuar, no importa la salud del protagonista. Es heroico Aznavour al seguir cantando y lo es también Maradona, con el tobillo del tamaño de una naranja.
Es tan heroico jugar lesionado y arriesgar el físico, que quien no lo hace, es tildado de cobarde o “pecho frío”. Le pasó a Roberto Abbondanzieri, cuando debió salir en el duelo ante Alemania en el mundial 2006. El Pato tuvo que resistir varias críticas por dejar la cancha, cuando sintió que el físico no le permitía seguir.
El show siempre debe seguir, incluso con el coronavirus de por medio. El fútbol argentino experimentó en las últimas semanas lo que implica la segunda ola. Varios equipos jugaron diezmados por los contagios. Se naturalizó que un equipo con más de diez bajas, en medio de una pandemia, debe salir a jugar igual. Se valoró los valiosos puntos que sumaron aquellos que debieron salir a la cancha en medio de una hecatombe de casos.
El show debe continuar. La salud de los protagonistas es una cuestión secundaria. Es más, hasta se puede volver un condimento, ya que ayuda a vender la idea del protagonista que sigue estoico a pesar de los obstáculos, ya sea un corte en la cabeza o un virus contagioso.
Sarmiento de Junín jugó con su DT internado y nada pasó. Patronato sufrió la muerte de su presidente y debió afrontar su partido sin atenuantes. La alarma se encendió cuando el contagiado fue Julio César Falcioni. El DT de Independiente está recién recuperado de un cáncer de laringe y su caso llamó la atención no sólo de los medios deportivos.
La respuesta de la AFA fue volver a fase 1, pero no de “cuarentena”, sino de protocolos. Implica que los protagonistas no se concentren, ni viajen juntos. Deben trasladarse en sus propios vehículos y evitar compartir los vestuarios. También, hubo un tirón de orejas para los clubes y los “allegados”. El nuevo eufemismo inventado por el fútbol argentino para hablar de la gente que puede ver desde las tribunas, partidos que se juegan a puertas cerradas.
Porque eso sí, el show continúa, pero por televisión. La gente en sus casas, pagando los abonos y conformándose -algunos de ellos- con aparecer a modo de avatar en esas tribunas que parecen salidos del PES, el FIFA o alguna película futurista.
Que pasará con la Liga Regional es la gran pregunta. Hasta aquí, fueron dos los partidos que hubo que suspender por casos de Covid-19 en la categoría superior masculina y otros tantos en la Primera B. El femenino todavía no lo sufrió, pero los positivos en Río Cuarto y la Región empiezan a crecer. Para los clubes parar sería un golpazo, pero con menos infraestructura que las entidades profesionales, cuanto se pueden resguardar para que no pegue el rebrote.
La necesidad de la gente y la de los clubes justifica que el show siga, pero ¿Quién define hasta donde debe seguir el show? ¿Cuál es el límite? Por un momento, el coronavirus amenazó con serlo, pero parece que ni eso puede detener al negocio que hoy es el deporte.
En el deporte, el show debe continuar siempre.
Del Autor