El homenaje

Martín El Ido

Estudiante crónico de las Ciencias Muertas

La Copa Maradona que terminó consagrando a Boca fue un retrato fiel del estado actual del fútbol argentino

La Copa Maradona fue el mejor homenaje que pudo hacerle la AFA al Diez. Antes de que lleguen los cuestionamientos de los lectores, trataremos de darle los argumentos de porque este engendro de torneo fue una buena manera de honrar al Diego.

El motivo principal es que la Copa Maradona fue lo más argentina que podía ser, como la figura que le dio el nombre. Impredecible, desordenada, indescifrable, con tintes novelescos, polémica, la Copa tuvo todos los condimentos que solían rodear la vida del astro y que aparecen a cada rato en la cotidianeidad de este bendito país.

El certamen -que, dicho sea de paso, todavía no terminó- sirvió para que las generaciones más nóveles pudieran descubrir lo que era una “rueda de perdedores”, algo que parecía extinguido y estaba asociado a tiempos supuestamente menos ordenados. Eso sí, para que nadie se ofendiera, a los dirigentes se les ocurrió una denominación que debe haber causado infarto en más de un especialista en marketing. Le dialogo hasta se puede imaginar:

-Che ¿No te parece que atrasa ponerle rueda de perdedores?

-¿Vos decís? Bueno, pongámosle Fase Complementación.

-De una. Sale con fritas.

La fase Complementación fue la cereza del postre de la Copa Maradona. Doce equipos que se quedaron afuera de la pelea por el título, se enfrentaron para obtener el premio de jugar con el perdedor de la final por un lugar en la Copa Sudamericana. Un invento espectacular que sólo profundizó la crisis de algunos de los clubes.

El complejo sistema de competencia, el contexto pandémico aportando lo suyo, la pelea por la televisación, los árbitros equivocándose como siempre y los dirigentes buscando ventajear, sirvieron para que el certamen se fuera desvirtuando. La novela por el River Camp fue el presagio de que sería un torneo complejo.

Boca se quedó con la Copa Maradona, dándole un tinte especial. El Diego hubiera querido que fuese así. Vale aclarar que el “xeneize” se llevó un trofeo al que despreció durante casi todo su desarrollo. Recién en el final, sin la Libertadores en el horizonte, la festejó como si fuese la Intercontinental. Cuando vio la “foto” decidió pasarla porque lo sedujo más la otra Copa, pero cuando la más tentadora le dijo que no, volvió atrás e hizo “match”.

El equipo de Miguel Ángel Russo jugó con suplentes gran parte del certamen, reservando a los más importantes para el torneo continental. Tan así es, que el tipo que pateó el último penal, Julio Buffarini, fue uno de los que cayó en desgracia, no sólo para el DT, sino también para la dirigencia, que no parece tan interesada en renovarle el contrato. La famosa “comisión de fútbol” comandada por Riquelme le puso Me Gusta al cabrerense anoche, pero parece querer dejar de seguirlo.

El festejo, fue más que todo un alivio para el Xeneize. Debido a la obsesión por la Libertadores, hace que todo lo demás que ganen Boca o River venga con asteriscos o algún “pero”. Si no les va bien en la Copa de la Conmebol, deben obtener el torneo vernáculo de manera obligada. Si lo hacen, el festejo es incompleto y si no lo hacen el fracaso es rotundo. No hay proporción, la celebración es moderada y la derrota es vergüenza.

Algo de eso le pasó a River. Embelesado por seguir ganando a nivel internacional -y de paso golpear a Boca donde más le duele- el “millo” jugó la Copa Maradona con desdén. Cuando se dio cuenta que se podía quedar sin nada, intento acomodar el barco para ir hacia los dos destinos, pero la tripulación le empezó a fallar. Cuando el Capitán Gallardo pasó lista, los experimentados Scocco y Pratto se habían bajado del barco. Los mecenas de Napoleón tenían las arcas vacías y no hubo manera de subir más hombres al barco.

A diferencia del barco “millonario”, el del “xeneize” se mantuvo con toda su nómina de tripulantes y sus suplentes pudieron marcar la diferencia. En el caso de Boca, vale aclarar que no se trata de “suplentes” comunes. Zárate, Cardona, Ábila y otros, serían recontra titulares en casi todos los demás equipos argentinos. Maradona reclamó siempre por la desigualdad en el mundo, por eso resulta un poco irónico, que las diferencias económicas entre los clubes hayan sido cruciales para entender el título del “xeneize”.

Boca parece haberle sacado un poco de ventaja económica a River. Juntos, los dos “más grandes” del fútbol argentino parecen habérsele escapado al resto. Se dan el lujo de tener planteles largos, con los que pueden armar dos equipos profesionales, casi sin echar mano a las inferiores. Los demás -incluidos San Lorenzo, Independiente y Racing), sobreviven como pueden para completar nóminas competitivas.

La gran revelación del certamen fue Banfield. El Taladro aprovechó las condiciones que brindó está copa para hacerse notar y quedar a un paso del título. Sin la presión del descenso, el conjunto del Sur del Gran Buenos Aires, inició un proyecto con muchos jugadores de inferiores y le brindó su apoyo a un DT de la casa. Javier Sanguinetti aprovechó el parete pandémico para generar una identidad de juego en el equipo y eso le bastó para ser mejor que la mayoría de sus rivales. Le faltó un poco más de experiencia para disputarle la final a Boca, pero el futuro parece sonreírle.

Así como Banfield le sacó jugo, muchos decidieron tirar a la basura esta Copa. Los dirigentes de varias instituciones decidieron hacer la plancha en lo futbolístico porque no había descensos. La supuesta estabilidad que traería aparejada esta decisión, no fue tal. Cuando aparecieron los malos resultados, los capos de algunos clubes no se hicieron cargo de haber armado los planteles se demasiada planificación y sacrificaron a los técnicos, culpándolos de todos los males. Es el caso de Godoy Cruz, que no invirtió casi nada y tuvo en Diego Martínez a un entrenador fugaz.

“Cuidar el producto” se repite cada vez más desde la AFA y la dirigencia de la Liga Profesional. Si era la máxima, la Copa Maradona estuvo lejos de cumplirla. Que el torneo haya sido fiel a lo que es el fútbol argentino, lejos está de ser la cara que se quiere mostrar hacia afuera. La ausencia de los descensos no genera ni estabilidad ni audacia. Al contrario, nivela para abajo. El que hace las cosas mal, no tiene ningún problema.

“No trates de entenderla, disfrutala”, dijo el presidente de la AFA, Claudio Tapia, hace algunos años en un spot sobre la pasión en el fútbol argentino. La frase se hizo meme anoche, cuando terminó la Copa Maradona, a la cual fue difícil entender y también de disfrutar.

 

Martín el Ido. Estudiante crónico de las ciencias muertas