
Un scrum en el Central Perk
Cómo casi todo en el rugby, esta formación no se trata sólo de fuerza, sino de mucha destreza, tal como lo averiguó el pobre de Ross Geller
El canal Volver ya es uno de los clásicos del cable argentino. Es de los canales que está más arriba y sirve para que les nostálgiques pasen una tarde amena, pensando en el ayer. La clave de esa señal es la de repasar viejas tiras y películas que tuvieron mucho éxito en su tiempo. Cómo es del Grupo Clarín, generalmente emite las tiras de Canal 13 de Buenos Aires.
Al estilo de Volver, plataformas como Netflix, suelen sacar provecho de series que causaron furor en el pasado. Desde finales del año pasado, Friends consiguió cautivar a les miembros de la Generación Y que le faltaban y sumó a una tropa de fanátiques de la Generación Z. Estes últimes, nacieron el mismo año en que la serie emitió su primer capítulo. El furor de la banda del Central Perk fue tal, que hasta consiguieron que la empresa no la levantara.
En uno de los capítulos de la cuarta temporada, Ross -el “científico” de la barra de amigues- se pone de novio con una inglesa muy pomposa. Buscando impresionarla, se ve inmiscuido en partido de rugby en los que participaba uno de sus ex.
El eje del capítulo es que Ross termina totalmente estropeado luego de disputar el encuentro. Su delgado cuerpo de paleontólogo no pudo soportar la rudeza de los muchachones ingleses. Más allá de las situaciones graciosas, llama la atención la manera en la que se presentan las escenas de juego, por ejemplo, la del scrum. El personaje se mete de cabeza -literalmente, queda patas para arriba- en un amontonamiento que lejos está de tener el orden que requiere actualmente ese tipo de formación.
El scrum es un medio de reiniciar el juego después de una detención causada por una infracción menor a las Leyes, como por ejemplo un pase hacia adelante o un error de manejo. La ventaja del equipo no sancionado consiste en el derecho de tirar la pelota en medio de ambos packs, pero una vez arrojada, los dos bloques de jugadores comienzan a empujar con el fin de hacer retroceder al otro y dejar el balón de su lado, hasta que salga por detrás de la formación y pueda ser usada.
Cuando se habla de pack se hace referencia a les ocho delanteros. Son claramente reconocibles debido a que utilizan los números del 1 al 8 (a diferencia del fútbol, el rugby todavía respeta esas tradiciones). También porque suelen ser les más robustes (decirles gordes suena muy ofensivo).
El scrum implica un orden especial de alineación. Adelante, van les tres primeras líneas. Les pilares a los costados y el hooker al medio. Son les que se ven cara a cara con le rival. Estes tres deben entrelazarse con sus colegas del otro bando para empezar a empujar. Lo hacen de manera tal, que sus cabezas queden intercaladas. De ahí surge otra de sus características: el tremendo desarrollo muscular en la zona de los hombros y el cuello. Esta situación y su estatura poco inferior a la de sus compañeros de la segunda línea, los hace ver parecides a los viejos robots a pila chinos que se vendían en el ya desaparecido Emporio del Importado.
Le pilar derecho suele tener más movilidad, ya que queda del lado de afuera y solo involucra el hombro izquierdo. Su compañere de la otra banda se desgasta más debido a que queda “encerrade” entre dos rivales.
Detrás se ubican les segundas líneas. Su rol en el scrum suele ser clave. Son les que fijan la posición y realizan el empuje principal. Habitualmente suelen distinguirse del resto de les forwards por su altura. Se imponen en el paisaje como si fueran atalayas de la edad media.
Les terceras líneas ocupan las alas y la base de la formación. Quienes se posicionan en los costados del scrum son les primeres en desprenderse de ella y deben estar muy atentes para ocuparse de tacklear en caso de que el equipo rival logre sacar la pelota.
Le octave es el último en formarse. Desde su posición sostiene el empuje de sus compañeres y controla que la pelota no salga hasta que lo ordene le medio scrum. También puede desprenderse y tomar el balón para iniciar el ataque.
El scrum es una de las jugadas más complejas y peligrosas del rugby. No hace falta explicar mucho el porqué. Se trata de ocho moles abrazadas por lado, dispuestas a chocar entre sí. El peso de los packs completos, habitualmente supera largamente los 800 kilos. Un mal movimiento o un empuje mal coordinado puede generar que alguno de los integrantes deba soportar el peso de ese empuje sin estar bien armado.
Hace muchos años atrás se producían lesiones muy graves en esa formación. La imagen de Ross colgado en el aire mientras los demás empujaban, es exagerada, pero no está tan lejos de lo que ocurría en los comienzos del rugby.
Con el correr del tiempo, las reglas del scrum fueron cambiando para volverlo más seguro. Para evitar lesiones, el movimiento de ambos packs debe ser coordinado. Por eso, el reglamento dispone una serie de pasos que deben seguirse al pie de la letra. Le árbitre es el encargado de marcar los tiempos. Quienes observen un partido de rugby por primera vez, deberán prestarles atención a las palabras del referí antes de que empiece a jugarse la formación. “Cuclillas”, “tomarse” y “ya”, serán las órdenes para les jugadores.
Más allá del rigor físico que implica, el scrum no se trata solo de fuerza. Hay mucho de técnica que se debe aprender.
Cuando un padre observa a un hije fracasar en una tarea que requiere cierto esfuerzo, le remarcan que no se trata de “fuerza, sino de maña”. Lo que quieren decir es que no sólo hay que aplicar potencia, sino que hay que saber hacerlo. En el scrum hay mucho de eso. No es cuestión de empujar a lo bruto. Cuestiones como el agarre y la postura (la espalda siempre debe estar derecha), son cruciales para ganarla batalla por la posesión y no lesionarse.
En el capítulo de Friends, hay cierto desdén hacia el rugby. Se lo refleja como si se tratase de una montonera de musculosos chocándose entre sí sin un motivo aparente. Lejos de ser eso, la disciplina requiere de una tracalada de técnicas y conocimientos. No sólo se trata de músculos. Quién crea que cualquiera que pase horas levantando pesas podría jugarlo de manera correcta, está “meditando afuera del recipiente”. Muestra de eso es el scrum. Si el pobre de Ross Geller hubiese tenido el cuerpo armado, igualmente habría fracasado en su intento de impresionar a su novia de exagerado acento inglés.
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