
Bielsa y Rodman se juntan para explicar porque en el fútbol se habla de la segunda pelota
“Hay que jugar a la segunda pelota” o “el rival apuesta siempre a la segunda pelota”, son afirmaciones que se han hecho comunes entre los entrenadores de fútbol a la hora de explicar un partido. No se sabe bien quien fue el primero que lo dijo o por lo menos, quién fue el que bautizó a determinado tipo de jugadas de esa manera. Lo que está claro es que las “segundas pelotas”, pasaron a formar parte de ese reservorio de axiomas o premisas que manejan los DT.
A la hora de revisar el origen de esta frase, la primera aclaración que hay que hacerle a aquellos desinformados o ignotos en esto del fútbol, es que no debe ser entendida de manera literal. No hay efectivamente una segunda pelota dando vueltas por el campo de juego. Al fútbol se sigue jugando con una sola y agregar un balón mas, solo sumaría confusión a un deporte que -en ese sentido- tiene mucha claridad.
La segunda pelota es aquella que se genera producto de un rebote o una jugada desordenada. La primera es la que tiene un destino claro y está controlada. Cuando esta entra en disputa o su posición se divide, se producen desvíos que le dan incertidumbre al juego. El esférico queda suelto y sin dueño aparente. Esa es la tan mentada “segunda pelota”.
En una época no se le prestaba atención a esa segunda pelota. Se generaba un rebote y había que hacer lo posible para recuperarlo. Con el correr del tiempo, un grupo de entrenadores se dio cuenta que se podía sacar mucho provecho de esos rechazos mal dados. También, como contrapartida, comprendieron que sí era el rival el que se avivaba más rápido, las cosas podían terminar mal para su equipo.
El que primero reacciona ante el rebote queda mejor parado para atacar y aprovechar el desorden que se genera con él. Al tomar nota de estas situaciones, algunos entrenadores empezaron a trabajarla en las prácticas. Tal es el caso de Marcelo Bielsa, que en Newell´s les indicaba a sus hombres estar atentos para saber hacía donde salía el balón en los córneres.
Algo parecido hacía Dennis Rodman en el básquet. El polémico jugador de la NBA, revolucionó la pelea debajo del aro y es reconocido como uno de los mejores reboteros de la historia. El campeón con Chicago y Detroit, pasaba horas estudiando a sus rivales. Veía los efectos que tomaban sus tiros al dar contra el tablero o el aro y así anticipar lo que iba a suceder. Siempre estaba un paso adelante.
Con el paso de los años, otros DT de fútbol le dieron aun mayor importancia a la segunda pelota y empezaron a diseñar jugadas sobre la base de esos rebotes. Un ejemplo de esta situación se ve con los saques desde el arco. El portero envía un pelotazo largo hacia donde se ubica el centrodelantero. El atacante salta con un defensor encima, con su cuerpo de espaldas a la meta rival. Mientras, el resto de los jugadores del equipo se posicionan alrededor como si fueran una manada de velociraptores dispuesta a ir por su presa.
El “9” salta por el balón intentando peinarla, generalmente con un defensor encima. Son pocas las ocasiones que el delantero logra darle una dirección clara al balón. Muchas veces solo lo descuelga de las alturas, para que quede picando en el césped sin dueño definido. Ahí es cuando sus compañeros atacan cual animales de casa para quedarse con el esférico e iniciar el ataque.
La evolución del concepto de la segunda pelota fue tal, que aparecieron equipos especialistas en ese aspecto. Ya dejo de ser solo un recurso más, como lo aplicaba Bielsa, sino que pasó a ser el eje central sobre el que se arman los conjuntos.
El gran problema que trae aparejada la sobredimensión de la segunda pelota, es que se deja de tener en cuenta la primera. Hay equipos que prácticamente la desprecian. Prefieren dividir la posesión del balón y ver si en el resultado de un borbollón, obtienen las oportunidades de atacar. En vez de intentar un juego prolijo a ras del suelo, utilizan siempre pelotazos, para que los delanteros batallen en el aire por su supervivencia. Si el esférico pica cerca de uno de los suyos, mejor y si no, el equipo igual está posicionado para no ser sorprendido por el rival.
El propio básquet sirve para entender la clave de la segunda pelota. Rodman era un especialista en el rebote y cumplía un rol dentro de un equipo. Pero los Chicago Bulls no centraban su juego sólo en los rebotes del Gusano. En ese conjunto jugaba un tal Michael Jordan. Haber basado el andar de ese equipo en la capacidad rebotera hubiese sido desperdiciar el talento de uno de los más grandes jugadores de la historia.
En el básquet o en el fútbol, el rebote es una segunda oportunidad de hacerse con el balón. Si se pueden generar estrategias para utilizarla como un recurso, se debe hacerlo. El tema es no perder el eje y darle más importancia que a la primera, que es sobre la que tenemos control.
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