El abrazo del Gaviota

Atenas campeón del Torneo del Interior 2007

Gaviota, ese es el apodo que ha acompañado a Martín Echauren desde muy chico. A pesar de que el origen de tal sobrenombre lo expone a alguna que otra burla, él ha sabido llevarlo con orgullo y ya está totalmente asimilado en su inconsciente. Casi nadie entre sus amistades lo conoce como Martín. Él es, lisa y llanamente, el Gaviota.

Gaviota, en realidad no es sólo Gaviota. El apodo, en su nacimiento, era Gaviota averiada, luego se acortó para poder hacer uso de él sin tener que perder tanto tiempo. Cuando tenía algo así como seis años, Martín fue a vacacionar con su familia a la costa. Una tarde, su padre y sus tíos se pusieron a jugar al tejo, ese juego tradicional de las playas argentinas en los 90, que es parecido a las bochas, sólo que, en vez de esferas de madera, se utilizan discos de caucho. Martín, que correteaba por ahí, no tuvo mejor idea que pararse en el medio de la improvisada cancha. Al escuchar el grito de su padre, que lo alertaba porque se le aproximaba un tejo recién lanzado, el chico no pensó mucho y en vez de hacerse a un lado, decidió correr hacia adelante para escapar del impacto.

Naturalmente, el tejo lo alcanzó y le dio de lleno a la altura de las vértebras torácicas –por no decir en el medio de la espalda-. La caída que siguió al golpe fue la que generó el apodo. La escuálida figura desarticulándose con el sol de la tardecita de fondo, fue similar a la de un pájaro que es interceptado por un proyectil. Como estaban en la playa, el padre hizo una simple asociación y así nació el “gaviota averiada”. Con el correr de los años, los amigos escucharon a su papá llamarlo de esa manera y no tardaron en hacerlo norma de uso.

Además del apodo, el Gaviota heredó de su padre el fanatismo por Atenas. De chico lo llevaba a la platea debajo de las cabinas a ver los partidos de la Liga Regional. Ya veinteañero, vivió las mejores épocas del albo en mucho tiempo. Quizás la alegría más grande que compartió con su viejo fue el ascenso al Federal B 2007. 

Comandado por Néstor Billalva, Atenas escribió una de sus páginas más gloriosas. El Albo ganó el título del Torneo del Interior superando a pesos pesados del fútbol de tierra adentro, con un equipo conformado por jugadores formados en la Liga Regional de Río Cuarto.

El entrenador había sido campeón en 2005 en dupla con Jorge Grassi. Ya en soledad en el banco, Billalva armó un equipo con sello propio, que abrió la puerta a una nueva era para Atenas.

La base del plantel la conformaron hombres de la vieja guardia ateniense. Esos apellidos que ya se habían metido en la historia del club al cortar la larga sequía de títulos locales. A ellos se les sumaron jugadores que empezaban a destacarse en la región, que fueron reclutados por el buen ojo del entrenador y de la dirigencia comandada por Daniel Tosco.

Aquel Atenas tenía marcas distintivas que lo dotaban en una identidad propia. Tenía el carácter necesario para plantarse en cualquier cancha; no era fácil llevárselo puesto ni dominarlo; resistía el temporal si la cosa se ponía jodida y no tenía problemas en ser protagonista si había que ir a buscar el resultado.

Internarse en la defensa de ese equipo no era precisamente dar una caminata por el campo. Matías Alcibar, Nicolás Audisio y Mauricio Parón no tenían nada que envidiarles a los hoplitas de la infantería pesada del ejercito ateniense. Tenían muy clara la vieja premisa del fútbol que dice: “O pasa el hombre o pasa la pelota, los dos juntos no”.

En el medio, la usina generadora de fútbol fue Darío Zárate. El volante de General Levalle, ya no fue el enganche que había sido campeón con Atenas en el 2002, sino que se retrasó unos metros y jugó más como un doble cinco. Con la cancha de frente, distribuyó la pelota como si fuese una especie de engranaje central.

Al lado de Zárate, para equilibrar la mitad de la cancha, se turnaron Álvaro Machado y Mauro Ramírez Cook. Cincos posicionales ambos, fueron el termómetro a la hora de mantener la estantería armada. Por las bandas, transitaban los incansables Cristian Zúñiga y Ezequiel Campillay. El primero había llegado al club a principios de esa década y se volvió ídolo, el otro se sumó esa temporada para que sus trepadas quedarán en la memoria de los habitues de la tribuna que da a la avenida Marconi.

La delantera de ese quipo parecía salida del universo DC. Nicolás Gatto y Mauro Lagioia conformaron una dupla temible. Se entendían de memoria y volvían locos a los defensores. El dúo dinámico se combinó para marcar 13 de los 24 tantos que convirtió Atenas a lo largo de ese certamen.

Ese Torneo del Interior pareció interminable. Cual laberinto de cuento borgiano, el Albo debió superar cinco llaves de playoffs para conseguir el título. Antes, transpiro para pasar la primera fase. Los de Billalva consiguieron avanzar como uno de los mejores segundos, detrás de San Martín de Monte Buey y por delante de Banda Norte y Defensores de la Juventud de Justiniano Posse.

En dieciseisavos de final Atenas sobrevivió al Trampero de Argüello y dejó en el camino una eliminatoria caliente ante Argentino Peñarol de Córdoba. En octavos tomó revancha contra San Martín de Monte Buey.

A partir de los cuartos de final, los pupilos de Billalva provocaron infartos múltiples en sus hinchas. Todas las eliminatorias que siguieron debieron definirse por penales. Allí creció la figura del arquero moldense Cristian Cardetti. No había comenzado siendo titular, pero cuestiones personales hicieron que Leandro García le dejara su lugar. Así, el guardameta fue clave para seguir superando series.

En cuartos pasó Unión Santiago, con un 5 a 4 en la definición en el 9 de Julio. En semifinales, todos daban por muerto a Atenas, al caer como local en el duelo de ida ante Argentino de Mendoza. Pero los de Billalva ganaron al lado de la cordillera y se terminaron llevando el boleto a través de los penales.

La final fue contra Atlético Famailla. Luego de empatar ambos encuentros por 1 a 1, el ascenso se definió desde los doce pasos en Tucumán. Allí es donde toma su lugar en la historia el símbolo principal de esa hazaña ateniense. Marcelo Flesia fue el encargado de patear el último penal en aquella definición que le dio el ascenso al Albo, cerrando un circulo mágico entre su apellido y el club.

Su padre Eduardo había jugado en el club en la década del `70, ganando títulos y marcando una época en la zaga de Atenas. Marcelo siguió sus pasos y para que el apellido Flesia quedará siempre asociado a la número 2 del albo. No solo convirtió el tiro definitivo, sino que fue el que más partidos disputó en el certamen. Tenía el porte de los marcadores centrales de antes. Espalda derecha, cabeza levantada, bien peinado y con la remera adentro del pantalón. Una prolijidad que destacaba en el centro de la defensa de ese equipo. De arriba ganaba todo y de abajo anticipaba muy bien a los delanteros.

Cuando Flesia convirtió el penal del ascenso, corrió como loco mirando a su padre que estaba en la tribuna. En ese mismo momento, el gol sonó a través del viejo radio reloj, el Gaviota atravesó los pocos metros que lo separaban de su padre en el living de su casa para fundirse con el en un abrazo inolvidable, que duró varios segundos.

Ese abrazo es uno de los grandes recuerdos que Martín guarda de su padre. La pasión por Atenas fue una de las dos cosas que heredó de él y lleva con orgullo. La otra, va con el a todas partes y la recuerda cada vez que alguien lo llama “Gaviota”.

El plantel

Jugador                            PJ           MJ

Marcelo Flesia                16          1395

Ezequiel Campillay         16          1327

Cristian Zúñiga                16          1155

Mauro Lagioia                 15          1300

Darío Zárate                    15          1248

Álvaro Machado             15          1246

Matías Alcibar                 14          1277

Rodrigo Ariño                 14          757

Nicolás Gatto                  13          1237

Álvaro Maldonado         11          338

Cristian Cardetti             10          940

Nicolás Audisio               10          744

Mauro Ramírez Cook     10          736

Aldo Lucero                     9           777

Leandro García               7           590

Diego Ludueña               6           174

Mauricio Parón               5           349

Juan Lapis                        5           293

Franco Mino                    4           63

Germán Cipriani             3           57

Román Larrea                 3           36

Leonardo Fernández     2           61

 

La campaña de Atenas

Primera fase

Rival (C)                            Resultado           Goleadores

Banda Norte (V)             1-2                       Lagioia y Machado

Defensores (JP) (L)         2-0                       Gatto y Lagioia

San Martín (MB) (V)       2-1                       Zárate

Banda Norte (L)              1-2                       Zárate

Defensores (JP) (V)         1-3                       Gatto (2) y Zúñiga

San Martín (MB) (L)       2-4                       Ludueña y Zárate

16avos de final

Arg. Peñarol (Cba) (L)    1-0                       Ludueña

Arg. Peñarol (Cba) (V)    1-2                       Gatto y Lagioia

8avos de final

San Martín (MB) (L)       1-0                       Gatto                 

San Martín (MB) (V)       1-2                       Gatto y Lagioia

Cuartos de final

Unión Santiago (SDE)(V) 1-1                     Alcibar

Unión Santiago (SDE) (L) 2 (5) – 2 (4)      Zárate y Gatto

Semifinal

Argentino (Mza) (L)        1-2                       Audisio

Argentino (Mza) (V)       0 (6)-1 (5)           Gatto

Final

Atlético Famaillá (T) (L) 1-1                       Zúñiga

Atlético Famaillá (T) (V) 1 (5)-1 (3)           Gatto

 

Del Autor

Foto: Archivo Diario Puntal