
El tenis es el único lugar en el mundo en el que uno vale 15 y del 30 se pasa al cuarenta
A tode el mundo le gusta ganar. Todes disfrutan de enfrentarse a desafíos y competir. Algunes lo hacen contra un rival y otres intentan superarse de manera personal. Hay quienes convierten a cualquier actividad en una competencia. Quieren ganar hasta en ver quien toca mejor el timbre o quien tiene más likes en su última publicación. Otres son más comedides y ocultan mejor esa faceta.
Según algunas teorías, es el factor competitivo el que marca la delgada separación entre el juego y el deporte. La búsqueda de un triunfo es una de las aristas más atrayentes que tienen los deportes.
Todes les que participan en una actividad lo hacen con interés por obtener una gratificación. En el juego esa búsqueda principal está marcada por una cuestión lúdica, mientras que en el deporte pesa más lo competitivo. La división no es tajante y está cuestión genera mucho debate entre les expertes en la materia. Incluso hay muchas dudas sobre el verdadero significado de la palabra “ganar”.
La definición más aceptada dentro del deporte es que “ganar” significa obtener un triunfo dentro de una serie de normas pautadas de antemano. El resultado se obtiene de acuerdo a determinadas reglas. Por eso, para cantar victoria, hay que conocer el reglamento y sobre todo como se suman los puntos.
No sorprende que una de las primeras cuestiones que las personas tratan de averiguar al acercarse a una disciplina sea como se puntúa. En algunos deportes suele ser bastante sencilla. No hay que rebanarse mucho la cabeza para comprender que en el fútbol o en handball cada gol vale uno. En el básquet la cosa se complejiza un poco más ya que aparecen el doble y el triple, aunque su denominación da bastantes pistas respecto de cuanto se suma en cada instancia. El rugby obliga a tener que prestar más atención, pero sin dudas el más extraño de todos es el sistema que utiliza el tenis.
La complicación del tenis no es que haya acciones que tengan distinto valor. Toda vez que se hace un punto, sin importar como se genere, vale lo mismo. El problema es su grado de abstracción. En el rugby un try equivale a cinco puntos y al marcador efectivamente se suman esa cantidad de unidades. En el tenis no es igual y las grandes preguntas de les recién llegades, aparecen cuando ven que el tanteador está 40 a 15.
Simplificando, el marcador en el tenis se divide en “sets”, que a su vez se separan en “juegos”. Para ganar un partido hay que obtener dos (si es al mejor de tres) o tres “sets” (si es al mejor de cinco). Para quedarse con un “set” hay que ganar seis “juegos”. Dependiendo del torneo, en caso de que se llegue empatado a cinco “juegos” cada uno, se seguirá disputando el set hasta que algune de les dos jugadores saque una diferencia de dos “juegos” o en el seis a seis se desempata con “tie break” al mejor de siete puntos.
El gran dilema se produce dentro de los “juegos”. Para obtenerlos hay que ganar de mínima cuatro puntos, pero estos no se registran de manera análoga. Sólo las tres primeras unidades tienen un valor numérico, el cuarto implica que se ganó el “juego”. La escala es la siguiente: el primer punto se marca con el 15, el segundo con el 30 y el tercero con el 40.
Muches se detienen en la diferencia entre el primero y el segundo para señalar que el valor de cada punto es 15. Pero la explicación pierde argumento rápidamente, al aparecer el 40 y no el 45. Ante esta dificultad, quienes recién comienzan en el tenis, recurren sin éxito a otras fórmulas y estratagemas matemáticas.
Existen varias teorías para explicar los motivos de esta manera de puntuar, como también las hay sobre el origen del tenis. Hay quienes señalan que el deporte nació hace como 2.000 años en Asia. Hay fuentes que lo atribuyen a les chines. Otros remarcan que la disciplina, tal como se la conoce hoy, vio la luz en Europa en plena edad media, más precisamente en el siglo XII. Su nombre deriva de la palabra anglonormanda tenez, que quiere decir “ahí va” o “reciba”.
Una de las escuelas indica que el origen de la manera de llevar los puntos está en la antigua Babilonia. Les habitantes de esta civilización utilizaban el sistema de numeración sexagesimal, cuya base es el número 60. En ese momento utilizaban un “sextante” para medir la elevación del Sol. Este instrumento está dividido en cuatro partes (de 15º, 30º, 45º y 60º) y corresponde a la sexta parte de la circunferencia completa con los 360º.
Esta forma geométrica tenía carácter mágico o sagrado para les babilonies. Se la consideraba algo así como una “forma perfecta”. La creencia arribó a Europa y se mantuvo durante gran parte de la edad media, momento en el cual, como se dijo, se encuentran los primeros registros del tenis en el “Viejo Continente”. Así, una circunferencia equivaldría a un “set” completo, que se divide en seis partes iguales que corresponden a los “juegos”. Cada una de estas partes se divide en cuatro puntos (15, 30, 45 y 60). Con el correr de los años, como era complejo para quienes llevaban el tanteador decir “cuarenta y cinco”, se cambió por 40. No está claro porque se eliminó al 60.
Otros, descartan las referencias babilónicas y señalan que el nacimiento de la modalidad de puntuación es francés. Para quienes siguen esta línea, la disciplina actual desciende de un juego francés denominado Jeu de Paume. Este se disputaba en una cancha de 90 metros dividida en dos mitades de 45. Cuando el partido comenzaba, y estaban en cero se sacaba a cinco metros de la red pero a medida que se apuntaban tantos esa distancia debía crecer. Así, tras el primer tanto se sacaba a quince metros de la red, tras el segundo a 30 y, tras el último punto, el cuarto saque se hacía desde 40 metros. Una regla de juego que, con el paso del tiempo, convirtió las distancias en puntuaciones.
Sea cual sea el origen, está claro que el sistema de puntuación es una de los aspectos más característicos del tenis. Babilónico o francés, siempre servirá para confundir a quienes se crucen por primera vez con un marcador que diga: “40-15”.
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