La aparición del felino puntano

Atenas ganó su último título local en el 2005 con el estreno en la Liga de un delantero de San Luis, que llegó para hacer historia: Nicolás Gattó
El escritor Roberto Fontanarrosa solía decir que los goleadores de raza, tenían varias características similares a los de los grandes felinos cazadores, como los tigres o los leones o -pensando en estas tierras- los pumas. La mirada, la voracidad y el olfato, son cualidades que se repiten en ambas especies.
Los ojos del goleador están puestos en su presa y poseen un instinto asesino especial. Un vistazo les basta para saber donde están el arco y el portero. Sus pupilas encuentran velozmente el lugar al cual definir.
El goleador nunca se conforma, quiere más y más, su apetito no se detiene ante nada. Por eso siempre está buscando el arco. No importa que haya un compañero mejor ubicado, su instinto le pide el gol.
Esta clase de jugadores, tiene un sentido del olfato superdotado. Pueden predecir donde va a caer el balón ante un pase de su compañero, un error del rival o un rebote fortuito.
Uno de estos especímenes llegó a Atenas a mediados de la década pasada desde las sierras de San Luis. Nicolás Gatto empezó a meterse en el corazón de los hinchas del Albo en el 2005, año en que el conjunto de la Marconi se consagró en el torneo Apertura y ganó el anual al derrotar a Banda Norte.
Hasta su apellido indicaba que tenía algún tipo de parentesco ancestral con los grandes felinos cazadores. El puntano tenía todo lo que necesita un goleador. Además de la mirada, la voracidad y el olfato, poseía cualidades físicas ideales. Tenía buen porte, pero no era lento. Era atlético y sabía elegir el momento justo para picar a las espaldas de los centrales. Cuando esto ocurría, los arqueros eran meros testigos de sus fusilamientos. Por arriba, su cabezazo era letal y uno de esos “testazos” fue el que le permitió al Albo ganar el partido clave del Apertura ante Atlético San Basilio. Algunos osaban reprocharle su falta de hábito a la hora de correr a un defensor rival o presionar en la salida contraria, pero el tipo los callaba con sus goles.
Es importante decir que Gatto llegó a un ecosistema bien preparado para sus características. El Atenas de esos tiempos era uno de los mejores equipos de la Liga y si bien venía de algunas frustraciones en los torneos Argentinos, marcaba la pauta a nivel local.
Conducido por la dupla Jorge Grassi – Néstor Billalva, el Albo mantenía a su guardia imperial. Darío Zárate (en estado de gracia), Cristian Zúñiga, Diego Escobar, Marcelo Flesia, Juan Pablo Gianini, Mauricio Parón y Nicolás Audisio, eran los nombres propios de un equipo que funcionaba como una maquina bien aceitada. Además, se habían sumado Fabricio De Yuani (que nunca paraba de correr), Álvaro Machado y Cristian Lorenzi.
El Apertura fue un cabeza a cabeza con el Atlético San Basilio de Francisco Fiandino y con Acción Juvenil de Deheza (a la postre subcampeón). El Albo y el Azul llegaron igualados a la penúltima fecha, jornada en el cual se enfrentaron en el 9 de Julio. Ese domingo por la tarde una multitud se congregó en la Bombonera alba y allí fue donde Gatto, aprovechó un centro de Germán Cipriani para marcar el único gol del encuentro. Fue a cinco minutos del final, en el arco que da a calle Cabrera. Una semana más tarde, el Albo derrotó a Dolores de visitante con tantos de Lorenzi y Carlos “Jote” Oyola para dar la vuelta olímpica.
La final anual fue ante el Banda Norte de Guillermo Guendulain. Luego de dos empates 1 a 1, la tercera final se disputó en el Ciudad de Río Cuarto el domingo 27 de noviembre. Fue 1 a 0 para los de la dupla que terminaron con 9 hombres por las expulsiones de De Yuani y Zúñiga, mientras que en el Verde vio la roja Alejandro Piazza. Cómo no podía ser de otra manera, el único tanto del encuentro lo hizo Gatto, en la meta que da a las canchas de tenis.
Gatto y su relación con la gente del Albo tuvo muchas idas y vueltas, Pero siempre quedó claro que su apellido es sinónimo de “gol de Atenas”. Ese equipo campeón fue su primera aparición en un fútbol de Río Cuarto que no lo olvidará jamás.