Sin lugar para los débiles

La depresión se mantiene latente alrededor del mundo del deporte, aunque éste prefiera no darle importancia

“Me siento juzgado y pido un poco de clemencia. Sí, es cierto, perdí muchos partidos. Lo intento, estoy trabajando, pero no puedo. Me gustaría levantarme y decir que esta pesadilla terminó, pero aquí estoy. Cuando uno está caído, no le disparen”, dijo con lágrimas en los ojos el tenista francés Gael Monfils al caer en la primera rueda del abierto de Australia. En el circuito causo sorpresa ver pedir piedad de esa manera a uno de los más histriónicos y divertidos integrantes de la ATP.

El mensaje de Monfils llegó en una semana en la que la relación entre psicología y deporte está en las principales portadas debido al suicidio de Santiago García, el delantero uruguayo que jugaba en Godoy Cruz de Mendoza. “No somos robots, también nos pasan cosas”, había declarado el “Morro” hace un tiempo atrás, respecto de los maltratos, las presiones y demás cuestiones a los que son sometidos los deportistas de alto rendimiento. 

García sufría de depresión y estaba bajo tratamiento psiquiátrico. Su caso no es el primero. Son muchos los deportistas que han padecido esta enfermedad y varios los que han tomado la decisión de quitarse la vida. Más allá de algunas reacciones mediáticas espasmódicas, el fútbol en particular y el deporte en general son ámbitos en los que no se habla mucho del tema. Cuando se produce la tragedia aparece el típico: “¡Que barbaridad!, ¡Que pena más grande! ¡Vamos a ocuparnos de esto!”. Pero cuando el tópico abandona la agenda pública, se deja de lado la discusión, sin realizar ninguna acción.

Para la Organización Mundial de la Salud, la depresión es un trastorno mental frecuente, que se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración. La OMS calcula que la depresión afecta a más de 300 millones de personas en el mundo. Siendo así, es imposible pensar que los deportistas son ajenos a esta enfermedad.

Las distintas Escuelas de la Psicología se acercan a la depresión de manera diferente. La revista especializada “Topia” le dedicó gran parte de su edición número 88 (abril de 2020). El título principal –“La Era de la Depresión”- da una pauta de lo profundo de la problemática. Diversos autores confluyen allí en la idea de plantear a la patología desde una mirada social, que emerge de manera diferente en cada uno de los sujetos.

Se transita una época en la que el éxito es valorado en términos absoluto. Si se gana se es todo, si pierde se es nada. Ese éxito está asociado siempre a cuestiones acumulativas, siempre hay que ganar más (dinero, trofeos, ascensos, gloria). “Es esa famosa zanahoria dorada que le ponen al jugador adelante y a la que hay que aspirar siempre”, dijo el futbolista Ignacio Bogino en una entrevista con el programa “Era por Abajo” (radio La Once Diez AM 1110) al referirse a los extremos insalubres a los que llegan y son llevados los deportistas en busca de ese éxito infinito.

En la sociedad actual, ese éxito está muy asociado a lo individual. El deporte ha tomado esa frase de cabecera de las charlas motivacionales que dice que “Querer es poder”. Tan vacía como irreal, plantea que los logros o fracasos dependen pura y exclusivamente del sujeto individual, desatendiendo cuestiones externas. Si ganó es mi mérito y si pierdo es todo por mi culpa. En el deporte -así como en la vida en general- la idea no tiene mucho sentido. Sobre todo, si lo único que importa es ganar (ser exitoso) ya que se compite con otros y en los deportes por equipo se participa junto a otros. En definitiva, el mensaje que se baja es que si no se puede es por qué no se quiere.

Esa presión constante y la no admisión del error llevan a una baja tolerancia ante la falla propia.  El suicidio de Rober Enke, arquero de la selección alemana, es el caso más emblemático de la crudeza con que la depresión puede golpear a un deportista. Su historia se conoció a través del libro que publicó su amigo, el periodista Ronald Reng. “Una vida demasiado corta” es un relato desgarrador sobre el duro trance que atravesó el guardameta hasta tomar la decisión de terminar con su vida. Entre otras cosas cuenta con el testimonio de familiares y amigos que le reiteraban que una equivocación no tenía por que dar por tierra con su carrera. Pero el germano vivía atormentado por el temor a cometer un descalabro que lo expusiera ante todos. Como contrapartida, Enke debió soportar todos los ataques que conlleva una carrera en el alto rendimiento: compañeros egoístas, entrenadores cerrados, títulos sensacionalistas de la prensa y los insultos de los espectadores.

A diferencia de Monfils, el arquero alemán no se permitió pedir piedad. Otra de las caras de la depresión en la sociedad actual es que sus síntomas (la falta de energía, la escasa motivación, la ausencia de un proyecto futuro) no van con el Tipo Ideal de persona exitosa que se reclama. “¡Soy el arquero de la selección alemana! ¡No puedo ir a una clínica!”, le espetó Enke a su psiquiatra unas horas antes de arrojarse a las vías del tren, cuando éste le propuso que se internara para tratar su enfermedad.

En el mundo deportivo la depresión no es admitida. Es un mercado que utiliza prototipos ideales de belleza masculina que puedan vender desde botines, hasta shampoo, pasando por máquinas de afeitar. En el universo de las maquinas competitivas como Federer, Cristiano Ronaldo o Lebron James, no hay lugar para los débiles.  

Los últimos estudios sobre la depresión y el suicidio, indican que quienes más lo padecen son los hombres. Consecuencias de la sociedad patriarcal, está mal visto que el hombre pida ayuda. Más aún si se trata de este tipo de este tipo de problemáticas. En las reuniones todavía aparece alguno que, poniendo voz de ex marcador central brabucón de la selección dice: “No podés ir al psicólogo. Eso es para cagones”. El deporte es un ámbito donde el machismo se arraigó desde su origen. Por ende, las posibilidades de tratar el problema son siempre escasas.

Los medios nacionales remarcaron la escasa cantidad de clubes de la Liga Profesional que tienen equipos psicológicos. En el ámbito regional, hace pocos años atrás, muchos se reían de Hugo Mattea, cuando el entrenador sumó una psicóloga a su equipo de trabajo. De todas maneras, de poco serviría imponerles a los clubes que incorporen a un profesional de esta área de la medicina, si van a medir el resultado de su tarea en términos de las victorias o derrotas del equipo en cancha.

“No somos robots”, repitió el Morro García, para hacer notar que los deportistas forman parte de la sociedad y como todo integrante de la misma, convive con sus problemáticas. Bogino en la entrevista a “Era por abajo”, dejó flotando en el eter -y en internet- una reflexión dura y realista: “Yo creo que las cosas en la sociedad van a cambiar y cuando esto pase, van a cambiar en el deporte. Eso es lamentable. Debería ser al revés. Por lo que representa para todos, el deporte tendría que ser el ámbito donde las cosas se transformen”.

Del autor

Material de referencia: Revista Topia – AÑO XXX – NÚMERO 88 – ABRIL 2020.