
El “Rompele el tobillo” de Gallardo descansa en una vieja premisa futbolera
“Rompele el tobillo”, le dijo Marcelo Gallardo a Robert Rojas al terminar el superclásico y ser armó una polémica de la ostia. De manera exagerada, muchos en el mundo del fútbol salieron a cruzarlo por el tono violento que tenía su pedido. La defensa del entrenador de River fue buena y estuvo bien argumentada. Su frase fue sacada de contexto. Su recomendación al central no debe ser entendida de manera literal. El no quiere que le parta el tobillo al rival, pero sí que si ve que se le escapa, le cometa una infracción.
Tal como lo dijo Gallardo al esgrimir su defensa, cualquiera que haya estado en una cancha de fútbol, sabe que el mensaje no fue literal. El DT de River apeló a una vieja premisa de la redonda que dice que no se debe dejar que el hombre y la pelota sigan su camino juntos. O pasa el hombre o pasa la pelota.
Para explicarlo mejor, les antigues zagueres centrales inauguraron esta teoría que fue sumando adeptos con el correr de los años. El supuesto principal dice que si une delantere encara a une defensore, este debe evitar que le superen con pelota dominada. Así, lo primero que deberá intentar es quitarle el balón. Si no lo consigue, la acción consecuente es evitar que le atacante continué con su marcha. No necesariamente debe “romperle el tobillo”, con un simple agarrón de camiseta basta. Es cierto que se marcará la infracción y es probable que se lleve una tarjeta amarilla, pero este es el mal menor, ya que lo importante es impedir una oportunidad clara de gol.
Esta práctica está totalmente aceptada por el mundo del fútbol. Está bien hacer la infracción y de última que le árbitre sea le que acierte o no en la aplicación del reglamento.
Ahora bien, simplemente por molestar, ahí quienes se ponen a filosofar sobre esta cuestión. La pregunta que hacen estes intelectuales del fútbol es si está acción no va en contra del espíritu del deporte.
La respuesta fría sería que no. Que la práctica forma parte del deporte desde antaño. Que si bien no está en el reglamento, es aceptado por todes.
Pero si se analiza en profundidad, la práctica es tramposa por donde se la mira. Hacer infracción va contra las reglas. No está bien cometer una falta y mucho menos de manera intencional. Si se agarra a un rival por la camiseta, queda claro que no se está buscando el balón. No se está jugando al fútbol, se hace trampa. Alguien diría que para eso está el árbitre. Para cumplir el reglamento y sancionarlo. Aunque así fuera, la estrategia va en contra del espíritu de la disciplina.
Ahora, si va en contra de la disciplina ¿Por qué su aceptación? Bueno una posible respuesta es simplemente porque se permite. La sanción nunca fue drástica y siempre depende de la voluble interpretación de les árbitres. Entonces, según lo que se le ocurra en ese momento a le colegiade que esté dirigiendo es la sanción que va a aplicar.
El reglamento del fútbol es muy permisivo con la trampa. En este caso en particular, si le falta no tiene un grado alto de violencia, no conlleva mucho riesgo para le que la comete. A sumo será una amonestación y un tiro libre lejano. El castigo a quien incurre en la trampa es leve, comparado con el perjuicio que se causa. O al revés, el beneficio que recibe el equipo que fue victima de la infracción es casi nulo. Pierde la chance de un ataque claro, tendrá un balón detenido a favor, pero con la defensa armada y el rival se queda con los once jugadores en cancha.
En ese sentido, el básquet evolucionó mucho más. Antes se cometían este tipo de faltas tácticas y se las consideraba comunes. Ahora no, si la infracción, por más leve que sea, corta un ataque directo al aro, se la considera antideportiva. Así, el conjunto que recibió el foul, no sólo tendrá tiros libres, sino que además recupera la posesión. Por este motivo, cortar un ataque directo de manera intencional y sin ir en busca del balón es realmente contraproducente.
La falta de sanción generó que desde hace un tiempo a esta parte, a los defensores no se les enseñe a quitar la pelota, sino simplemente a detener la acción ofensiva. Es decir, se los instruye en como hacer infracciones, en vez de trabajar para que generen aptitudes que les permitan quitar de manera limpia el balón. La violencia no debería ser ni siquiera el último recurso.
Las reacciones ante la frase de Gallardo fueron exageradas porque sacan de contexto una frase y se quedan en una anécdota, en vez de ir a una cuestión de fondo. Está claro que el DT no quiere que sus jugadores rompan tobillos. El pedido debe ser entendido dentro de los significados que se manejan en el fútbol. En todo caso, hay que apuntarle a corpus de sentido, en el cual son abaladas prácticas que van en contra de la esencia misma del juego
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