
Del dicho al hecho hay un largo trecho y en ese trecho, la violencia de género en el fútbol argentino sigue sin tener respuestas
En la canción Algo Personal, Joan Manuel Serrat describe, con particular ironía, esa capacidad que tienen los dirigentes para hacer anuncios sobre anuncios. “Pero, eso sí, los sicarios no pierden ocasión, de declarar públicamente su empeño. En propiciar un diálogo de franca distensión, que les permita hallar un marco previo, que garantice unas premisas mínimas, que faciliten crear los resortes…”, canta el catalán sobre ese “hacer como si”.
Cada vez que se presenta algún problema, aparecen los anuncios sobre las soluciones. Estas, generalmente incluyen la creación de una comisión, que realizará un informe y diseñará una guía de respuestas. Eso sí, la problemática nunca se termina de resolver.
Los dirigentes del fútbol argentino suelen ser expertos en esos menesteres. Siempre hay una nueva comisión, trabajando en un documento que permita analizar el fenómeno particular. Un ejemplo de esta situación es lo que sucede con la violencia de género.
Durante mucho tiempo, las denuncias por violencia doméstica contra los jugadores fueron un tabú dentro del fútbol. “Problemas personales”, era la frase con la que se nombraba a estos hechos. La situación cambió en los últimos años. Los movimientos feministas consiguieron poner el tema en agenda y el fútbol -una de los reservorios más profundos del machismo- no tuvo otra que empezar a tratar la problemática.
Vélez fue el primer club que creo el Área de Violencia de Género. Fue en mayo de 2018 y varias instituciones siguieron su camino. En 2019 nació el Departamento de Equidad y Género dentro de AFA y se empezó a trabajar en protocolos específicos.
Los protocolos, en su mayoría, establecen que al jugador que tenga denuncias por violencia de género se lo debe apartar de la competencia. Se sigue entrenando, porque no se puede ir en contra de su derecho a trabajar, pero no puede jugar. Pero no sólo se trata de una cuestión punitiva. Las reglamentaciones hacen hincapié en la concientización. No se trata de sancionar al protagonista, sino de trabajar junto con él desde lo psicológico y lo emocional.
En un informe publicado ayer en Clarín por la periodista Sabrina Faija, especialistas en violencia de género de distintos clubes, remarcan que el problema es que los protocolos no siempre se aplican. Resaltan que el tratamiento del tema dentro de AFA responde más a cuestiones coyunturales.
El problema aparece en agenda, se crean áreas y documentos, pero a la hora de accionar, todo queda en nada. Otra vez, “hacer como si”.
La nota antes citada se enmarca en el contexto de lo que fue la fecha dos de la Copa de la Liga Profesional, en la cual, tres futbolistas con denuncias por violencia de género vieron acción. Jonathan Cristaldo en Racing, Johan Carbonero en Gimnasia y Sebastián Villa en Boca.
Los casos de Cristaldo y Villa son similares. Los clubes decidieron apartarlos cuando aparecieron las acusaciones, esperando la decisión de la justicia. En Argentina, la resolución de estos temas suele llevar mucho tiempo y pasados algunos meses, los jugadores volvieron a la cancha.
La situación del jugador de Boca es la más conocida. Cuando estalló el caso en la opinión pública, la dirigencia del Xeneize actuó con corrección política y separó al jugador de la competencia. Cuando el panorama se puso espeso, intentó venderlo, pero no la negociación no llegó a buen puerto. Pasados los meses y con el retorno de la actividad, el colombiano fue volviendo de a poco, hasta saltar a la cancha el ayer ante Newell´s.
El regreso de Villa a las canchas se explica por dos motivos. Uno es el económico, ya que un jugador que no juega es, para el club, patrimonio que se deprecia. Por otro está lo deportivo. El DT del Xeneize empezó a insistir con que quería al “Boca de marzo” y en ese Boca, Villa era imprescindible. Los resultados -deportivos y económicos- hicieron que se terminara la corrección política. Cuando hubo que demostrar que importa en más, la concientización contra la violencia de género quedó detrás de los números.
Los dirigentes no son los únicos que actúan ante la coyuntura, haciendo “como si”. Los medios de comunicación también hacen lo suyo. El proceso es similar. Fue un tema intocable por un buen tiempo. Después, con la popularización del fútbol femenino y las conquistas de las jugadoras, la cuestión del género encontró un lugar en la agenda. Sin embargo, las denuncias contra los protagonistas continúan sin tener un tratamiento a fondo.
El domingo por la noche, en un tradicional programa que resume lo sucedido en la fecha, el cronista dijo que el colombiano Johan Carbonero había vivido una “situación complicada en la semana”. El eufemismo, hace referencia a la denuncia que recibió el jugador de Gimnasia. Una recepcionista del hotel donde se hospeda, lo acusó de acoso y tentativa de abuso sexual.
No se trata de crucificar al jugador. En todo caso, es uno más criado en el ambiente más machista de una sociedad patriarcal. Pero también está claro que estas situaciones no pueden dejarse pasar. El jugador de fútbol es un referente y hasta puede ser un ídolo. Sus acciones son seguidas por mucha gente. Que vuelvan a jugar a pesar de las denuncias, baja un mensaje peligroso: “Si vendés camisetas y haces goles, tenés libertad para romper las reglas sin recibir demasiadas represalias”.
El caso paradigmático del “hacer como si” es el Alexis Zárate. El defensor dehecino fue uno de los pocos jugadores de fútbol condenado por un caso de violencia contra la mujer -por violación- y hoy está preso. El hecho generó que el tema se pusiera en la agenda. Dirigentes y medios de comunicación hablaron mucho de la cuestión, pero todo quedó allí, en lo puntual. El de Zárate fue tratado como un caso específico, que no tenía que ver con el contexto general del fútbol. De hecho, se lo excluyó como si fuera un paria.
El problema del “hacer como si”, es que nunca se llega al fondo del asunto. Se hace como que se está trabajando en el tema, pero nunca se profundiza. En unos meses, la imagen de Villa puede estar colgada en la pared de alguna habitación, mientras, la denuncia en su contra pasará lentamente a un segundo plano. Si ocurre alguna otra denuncia, la AFA declarará públicamente su empeño en propiciar un diálogo de franca distensión. Que les permita hallar un marco previo, que garantice unas premisas mínimas, que faciliten crear los resortes…
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