El básquet late en la Superliga

Juan Miropolsky

Estudiante de la Licenciatura en Periodismo

Familia, amigos, la “naranja” picando… Eso es formar parte de esta competición amateur, creada por Luciano Rodriguez, que está en pleno crecimiento. Un torneo donde lo importante no es ganar, sino volver a jugar con los que uno quiere y a lo que más le gusta

La charla con Santiago Cornu transcurre en la cocina de su casa. Sobre la mesa está el mate amargo, el termo casi lleno, el gato de la familia que se pasea cerca. Habla tranquilo, con esa mezcla de timidez y entusiasmo que aparece cuando algo realmente lo marcó. Cuenta lo feliz que lo hizo compartir cancha con su papá, gracias a la Superliga: “Se siente lindo compartir cancha con mi viejo, porque en cierta parte es el que me inculcó el básquet, además es mi familia también, y es lindo, es lindo compartir.”

De pronto, como si hubiera estado planeado, se abre la puerta y aparece Rodrigo, su papá. “Pa, me estás cagando la entrevista”, dice Santi entre risas. Rodrigo se ríe también y amaga con volver a salir, pero lo freno. “¡Pará! ya que estás, te hago una pregunta”, digo. Y le consulte lo mismo que a su hijo: “¿Qué se siente al compartir cancha con tu hijo?”. Piensa un segundo y contesta: “Eso fue espectacular, realmente muy lindo. Son cosas que pensas que nunca van a pasar y es buenísimo, muy lindo. Si no hubiese sido por la Superliga no se daba.”

En esa escena, entre mates, risas y una mesa de cocina, se resume mucho más que una historia familiar. Es el espíritu de un certamen que nació hace dos años y que ya logró unir generaciones alrededor del básquet: La Superliga de básquet. Creada por Luciano (“Lucho”, para casi todo el que lo conoce) Rodríguez, propone un espacio distinto que reúne personas que jugaron toda su vida a este deporte, o quizá no, amigos de toda la vida, y jóvenes que, en conjunto, disfrutan de un domingo haciendo lo que más les gusta… Tirar al aro y compartir con sus seres queridos.

El vídeo de la entrevista a Santiago Cornu

“La Superliga es una competencia de básquet recreativo que, desde sus orígenes, fue una idea que, bueno, era algo que por ahí estaba en el tintero y nunca se había podido llevar a cabo. Fue hace dos años y medio atrás cuando, de mi parte, yo que soy ex jugador, tenía ganas de jugar y nunca encontraba ningún lugar, no encontraba un espacio donde ir a tirar al aro. Y, bueno, la idea siempre era reencontrarnos con las viejas camadas de mis ex compañeros, de viejos rivales, siempre estuvo ahí como en el tintero esas ganas”, dice Rodriguez.

Lucho gesticula con entusiasmo, como si las manos también tuvieran algo que contar, y afirma que es asombroso para él este presente de la liga: “Yo hasta el día de hoy no puedo creer en lo que se ha convertido. La cancha llena de gente, llena de familia, que es lo más importante, y sobre todo, reencontrarnos con los viejos compañeros, los viejos rivales, y lo mejor de todo, acompañados con familia, con música, con espectáculos”. Esta competencia está dividida en dos zonas. Una zona campeonato, que es la Zona A, y una zona ascenso, que es la Zona B. De esa manera, se puede generar una brecha entre edad, entre los que entrenan y entre los que son más competitivos. Es una liga que fue mutando bastante desde su creación hace dos años, y se observa en la cantidad de equipos y la cantidad de jugadores desde la primera edición hasta la actual. En sus inicios eran solo 9 los equipos que participaban, hoy ya son 8 equipos por zona. 

“Una explosión del básquet -sonríe Rodríguez al imaginar el futuro-, y no solamente masculino sino también femenino. Ya hemos anunciado que el año que viene ya largamos un torneo de Superliga femenina donde hay seis equipos interesados en participar”. Lucho anticipa los pasos a seguir con ese entusiasmo que conocen muy bien quienes alguna vez han conversado de básquet con él. El torneo cuenta con eventos institucionalizados para el Día del Niño y el Día de la Madre. “Siempre el básquetbol como el hilo conductor y la familia como protagonista”, explica el “alma mater” del certamen. Este año se inaugura el Juego de las Estrellas (se disputará este fin de semana), donde la importancia es destacar a los más importantes de cada torneo, de cada año de la Superliga. “Este año lo recaudado en el evento va a ser a beneficio de la Fundación Dignamente”, comenta.

Todos juegan

En la Superliga no hay límite para seguir disfrutando del básquet. Desde los 17 años en adelante, cualquier persona puede sumarse y volver a sentir la adrenalina del juego sin importar la etapa de la vida en la que esté. No se trata de rendir, sino de participar, compartir y volver a disfrutar del deporte por lo que realmente es.

En una misma cancha pueden coincidir un adolescente recién salido del secundario y un veterano que acumula décadas de experiencia. Lo que los une no es la edad ni el nivel, sino las ganas de seguir jugando. Esa convivencia generacional es, quizás, una de las marcas más fuertes del torneo.

Santiago Cornu es el jugador más joven del certamen con 18 años. Empezó a los 12 años en Banda Norte, por una pasión que ya corría en la familia. Es decir que formó parte de la liga competitiva. Ahora bien ¿Qué lleva a un deportista a dejar de competir en el alto rendimiento y empezar a jugar en una liga recreativa? La pregunta parece tener una connotación negativa, pero al contrario, es saber el porqué alguien decide seguir practicando el deporte pero desde otro ámbito a su corta edad. La respuesta es más simple de lo que parece: “Porque empecé la universidad y no me daban los horarios para ir a entrenar. Y como para hacer algo, decidí empezar la Superliga para poder jugar y no perder lo que siempre hice, jugar al básquet. No perderme de lo que me gustó siempre.” En su voz no hay resignación, sino una forma distinta de seguir en movimiento. Porque a veces, seguir jugando también es una manera de poder crecer y disfrutar de lo que a uno le apasiona. “No tuve ninguna duda al tomar la decisión, porque mi idea era jugar y hacía bastante que no entrenaba, que no jugaba. Tampoco tuve miedo, porque aparte sé jugar y era algo para no perder todo lo que siempre me gustó hacer, por eso decidí jugar la Superliga.”, dice Cornu.   

Santiago Cornu conduce el ataque de Satelital Control (Foto: Rocío Sáenz)

Por otro lado, la experiencia se mantiene intacta. Guillermo “Willy” Marioli sigue jugando al deporte que más feliz lo hace a sus 53 años. Cuenta que la primera vez que pisó una cancha de básquet fue a los seis años, acompañado de su padre, en Gorriones. Pero sus inicios fueron al año siguiente en Central Argentino y allí comenzó el entusiasmo y la pasión por picar la pelota. “El básquet significa algo muy importante en mi vida porque es como un estilo de vida porque va más allá del deporte en sí. Hoy por hoy es un plan familiar para mí. Mis hijos juegan y los acompañamos, yo sigo jugando, mis amigos que hice jugando al básquet también. Siempre va a estar presente porque todas mis relaciones están atadas y ligadas al basquet”, cuenta Marioli. 

Este es el primer año que participa de la competencia y dice que la creación de la misma es una buena idea. “Es muy meritorio lo que hizo Lucho (Rodríguez). No es fácil llevar adelante una competencia así y él lo hace de muy buena manera”, remarca.

Lo que lo motiva a seguir jugando es mayormente compartir. Con amigos, con la familia y con todos los que aman el básquet. Algo en lo que coinciden los entrevistados es que hay muchas personas que habían dejado de jugar y que gracias a la Superliga pudieron retomar. Otro mérito de la Superliga, señalan, es que acerca a los jóvenes al deporte y abre puertas para que haya más gente jugando.

A los 53 años, Guillermo “Willy” Marioli sigue jugando al deporte que lo hace feliz gracias a la Superliga. (Foto: Marina Risso)

“En el tiempo que uno juega de forma competitiva, uno está más enfocado en tal o tal resultado, pero cuando uno se pone más viejo -dice entre risas- lo ves con otra perspectiva. Si ganaste o perdiste no importa, el mayor beneficio es el de la constancia. Hay muchos momentos en los cuales querés dejar de jugar o te desmotivas. Uno cuando baja los brazos en cualquier ámbito se le hace muy difícil hacer las cosas. Lo principal es la constancia y siempre darle para adelante”, remarca Marioli.

La Superliga de Río Cuarto es un espacio donde la pasión se transmite de generación en generación. Ahí, Santiago Cornu, con 18 años, encuentra la manera de seguir jugando pese a los horarios de la universidad, mientras su papá, Rodrigo, comparte la emoción de estar en la cancha junto a su hijo, en un momento que ambos recordarán siempre. Al mismo tiempo, Guillermo “Willy” Marioli, con 53 años, demuestra que la constancia y el disfrute del juego no tienen edad. Sigue entrenando y compartiendo la cancha con amigos y familia, lo que deja en claro que el básquet es mucho más que competencia, es un estilo de vida. La visión de “Lucho” Rodríguez, creador de la Superliga, se refleja en cada encuentro. Un proyecto que nació hace dos años para incluir a todos los que quieren jugar, sin importar nivel ni edad, y que hoy se consolida como un punto de encuentro donde el básquet vuelve a ser, sobre todo, pasión compartida.

Juan Miropolsky