
Tras un año de gestión, el presidente Javier Milei dejó en claro cual su mirada sobre el deporte. Mientras el amateurismo sufre los recortes, en la agenda del libertario figuraron la pelea con AFA por las SAD, la vuelta de la Fórmula 1 al país y una visita al Campo Argentino de Polo
“Todo lo que logren será el fruto de su esfuerzo”, despidió el presidente Javier Milei a los deportistas que partieron a representar a Argentina en los Juegos Olímpicos de París. El mensaje fue claro: todo depende de ustedes. Fue una de las pocas veces que el presidente libertario le prestó atención al deporte en su conjunto en su primer año de gestión. El resto del tiempo se dedicó a bravuconear con la AFA por la llegada de las Sociedades Anónimas Deportivas, mandar a Daniel Scioli a hacer lobby por la vuelta de la Fórmula 1 al país y aparecer en el Abierto Argentino de Polo para ver a su ídolo Adolfo Cambiaso.
Lejos de los flashes que ofrecen el fútbol o el automovilismo internacional, el deporte amateur no aparece en la apretada agenda presidencial. La austera despedida a una delegación olímpica escueta -la menor en desde 1992- fue una muestra de la relevancia que tiene ese apartado del deporte para Milei. En un gobierno que antepone lo económico a lo social, el deporte no es un derecho, es un negocio. Para mal de la mayoría de los atletas, en Argentina son pocas las disciplinas que representan un buen negocio.
“Por más que entienda la situación del país, hay que encontrarle la vuelta porque yo lo hablé con ellos. ¿Cómo puedo afrontar un Los Angeles 2028?”, se quejó José “Maligno” Torres por lo escaso que le resulta el apoyo que recibe del Estado. Único campeón olímpico argentino en París 2024, el ciclista cordobés dijo que cobra menos de $700.000 por su beca del Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD). Para ser exactos, la beca es de $689.907 que al cambio oficial se traduce en 674,91 dólares. Un campeón olímpico brasileño recibe del Estado 15 reales, algo así como 2.400 dólares. Votante de Milei y afín a su gobierno, admitió que el dinero que recibía un campeón olímpico en 2008 o 2016 representaba mucho más que ahora.
El triunfo de Torres en París le abrió las puertas de la Casa Rosada, pero no bastó para que mejorara la situación presupuestaria del Enard (la menor desde su fundación en 2011, según un estudio del sitio chequeado.com). En esa misma entrevista con el sitio Argentina Amateur Deporte, el freestyler remarcó que sus principales ingresos vienen del ámbito privado y que con lo que le da el Estado solo sobrevive. Si se revisa la plataforma discursiva del líder de La Libertad Avanza (LLA), en ese modelo de financiamiento, no hay nada para corregir. Es más, el Estado debería invertir menos.
El año que viene se sentirá aún más el famoso “no hay plata” del presidente. El recorte en Deportes para el 2025 según lo expresado en el presupuesto presentado ante el Congreso es del 36%.
Si bien el presidente agasajó a Torres en Casa Rosada, su referente deportivo está en otro lado. El domingo 8 de diciembre se lo vio llegar con toda su parafernalia al Campo Argentino de Polo en Palermo, para ver la final del Abierto Argentino en el que La Natividad le ganó a La Dolfina. El evento -para el cual la entrada más barata costaba $33.900 y es auspiciado por marcas como Johnnie Walker y HSBC- le sirvió para recibir una ovación y de paso ver a su ídolo: Adolfo Cambiaso. Jugador emblema a nivel internacional, “Adolfito” representa el ideal libertario en muchos sentidos. No sólo es una figura de un deporte patricio sino también un empresario exitoso. De familia tradicional, pasó su infancia en la estancia “La Martina” de su parientes maternos. Practicó golf, windsurf y tenis, antes de comenzar su premiada carrera en el polo. Además, fundó su propio club y lo convirtió en uno de los mejores del mundo. Se hizo experto en la crianza de caballos, en la cruza genética y la clonación. Tiene campos en distintas provincias del país. Entre ellos se encuentra la estancia “La Picaza” a unos 100 kilómetros de Río Cuarto, cerca de Washington.
Los primeros partidos de polo se jugaron en Argentina alrededor de 1875 en La Pampa. Las familias estancieras lo tomaron como una marca de distinción. Los ingleses vieron que las llanuras “incivilizadas” del naciente país eran ideales para la cría de caballos. Los conocimientos británicos se mixearon con los de los de gauchos para generar jinetes y criadores excelsos. En esa época comenzó la exportación de caballos a Inglaterra y Estados Unidos. Ese negocio es hoy uno de los más importantes del deporte argento. De enero a abril de este año, con 27 destinos activos, la Argentina exportó un total de 1473 equinos por valor de USD$ 9862 millones FOB (Free On Board). El 84% corresponden a la actividad del polo y absorbieron el 71% de ese valor.
El talento de los jinetes convirtió a Argentina en potencia. De esa disciplina vinieron los primeros oros olímpicos para el país. El riocuartense Manuel Andrada fue integrante del equipo que ganó la medalla dorada en Berlín 1936. Hoy ese talento también se exporta. Jugando la temporada completa en el exterior un polista profesional -dependiendo del hándicap- puede ganar entre USD$300.000 y 2 millones de dólares anuales solo por contratos, sin contar la publicidad.
Que el polo vuelva a ser olímpico quizás haga que el presidente le preste un poco más de atención a esas disciplinas que están lejos de las grandilocuencias económicas. Por ahora su mirada sigue puesta en otro lado. Pelea por el ingreso de las Sociedades Anónimas al fútbol y sueña con el regreso del “circo” de la Fórmula 1 a la Argentina. Tras un año de gestión, Milei dejó en claro su postura: el deporte es un negocio.
Del Autor
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