
El 8 de marzo de ese año, 129 trabajadoras murieron reclamando sus derechos laborales. Un mes después, 37 formaron parte de los 2008 atletas que participaron de los Juegos Olímpicos de Londres. De eso pasó más de un siglo, en el que las cosas cambiaron, pero solo un poco
El 8 de marzo de 1908, 129 trabajadoras de la fábrica Cotton en Nueva York fallecieron encerradas en un incendio, mientras reclamaban por derechos laborales. Un mes y pico después, en Londres, 37 mujeres compitieron en los Juegos Olímpicos. Eso sí, lo hicieron de manera extra-oficial. Si bien se habían hecho un lugarcito en los segundos juegos modernos unos ocho años antes, todavía pesaba fuerte aquella frase de Pierre de Coubertin en la que decía que: “El verdadero héroe olímpico es el individuo masculino adulto”.
Es 8 de marzo y otra vez toca escribir sobre el lugar que ocupan hoy las mujeres en el deporte. Hacerlo, suena remanido y hasta oportunista. Pero la necesidad de escribir sobre el tema vuelve, por la misma razón que todos los años se recuerda a esas 129 trabajadoras.
Las cosas han cambiado bastante de aquel 1908 hasta hoy. Por ejemplo, en Tokio 2021, por primera vez hombres y mujeres estuvieron representados por igual. De todas maneras, todo sigue bastante desequilibrado.
Londres no iba a ser la sede de aquellos Juegos. La designada era Roma, con el apoyo del rey Víctor Manuel III, pero la erupción del Vesubio un tiempo antes generó un caos en el sur de Italia y el gobierno decidió que no había manera de organizar el evento. Otra versión dice que lo del volcán fue la excusa perfecta que encontraron en la península para evitar problemas con Turín y Milán. Las grandes ciudades del norte, enojadas por la designación de la capital, planeaban un boicot. De apuro, el COI eligió a la capital inglesa.
Fueron los primeros Juegos con desfile y ceremonia de clausura. También los primeros en los que se contó con instalaciones especialmente construidas para el evento. Son recordados por lo que pasó en la maratón. Primero porque no fueron los clásicos 42 kilómetros, sino que se le agregaron 195 metros más. Eso debido a que era la distancia entre el castillo de Windsor (hogar de la casa real) y el estadio. Después, el destino quiso que esa distancia se oficializara. Segundo, por la gesta de Dorando Pietri, que llegó primero al estadio y cruzó la meta con ayuda de asistentes que lo mantuvieron en pie. Por esto fue descalificado, perdió la medalla, pero se convirtió en leyenda.
Cómo siempre, hubo disciplinas no competitivas como el tiro al ciervo en movimiento y el patinaje artístico sobre hielo. En esta disciplina tuvo una destacada actuación la local Florence Syers.
Otra de las atletas destacadas de esos juegos fue la tenista británica Dorothy Chambers. No fue una sorpresa ya que para ese momento ostentaba tres de los siete títulos de Wimbledon que obtuvo a lo largo de su carrera. Eran tiempos de polleras largas hasta los tobillos y raquetas de madera.
El certamen inglés fue el último de los Grand Slam en igualar los premios ambas ramas, en 2007. El US Open fue el primero en 1973, luego de la queja de Billi Jean King. La estadounidense -referente clave en la lucha por la igualdad en el deporte- amenazó con no jugar tras notar que al ganar la edición de 1972, había recibido 15 mil dólares menos que Ilie Nastase, campeón del single masculino. En ese mismo año, King derrotó a Bobby Riggs en “La batalla de los sexos”, dando un golpe sobre las bases machistas del deporte.
En Londres 1908, el fútbol contó con seis selecciones. Obviamente, todas masculinas. En 2023, el fútbol femenino está presto a celebrar el mundial en Australia y Nueva Zelanda. Será la novena edición desde 1991 y la primera que tendrá 32 participantes. La selección estadounidense, ganadora de cuatro copas del mundo, tuvo que esperar hasta el año pasado para obtener de la federación los mismos premios y contratos que su par masculina. No es la única. Gales acordó la igualdad salarial en el enero pasado.
Argentina llegará a este mundial cuatro años después de que se iniciara el camino del profesionalismo. Varias de las integrantes del plantel juegan en el exterior y las que no, forman parte de los principales animadores del torneo doméstico, Boca y UAI Urquiza. De todas maneras, hay mucho por recorrer. Los salarios están muy por debajo de los de la rama masculina. según un estudio realizado el año pasado por el área de desarrollo de la FIFA, solo el 33% de las jugadoras profesionales tienen como ingreso principal el sueldo que perciben y el 45% lo recibe mensualmente. Además, únicamente el 42% tienen el contrato por escrito.
Otro tema pendiente es el de la visibilización. Los partidos se ven por la TV Pública y DeporTV, pero no se televisa todos y los horarios no siempre son los mejores para convocar audiencia. En esto también influye el escenario donde se disputan los encuentros. Los clubes no prestan los estadios principales para el femenino. River juega en el River Camp, Boca en el Pedro Pompilio, San Lorenzo en la Ciudad Deportiva y así con casi todos. Son contadas las ocasiones en que se han dado partidos en el Monumental o la Bombonera.
Salvando las distancias, algo similar pasa en Río Cuarto con Estudiantes. Son contadas con una mano las veces en que las “leonas” han podido pisar el Candini.
Las diferencias están en todos los deportes. La semana pasada, se produjo un shock por la no clasificación de la selección masculina de básquet al mundial. A la femenina le pasó lo mismo en 2022, pero pocos se detuvieron en la noticia.
Si el básquet masculino cruje, el femenino está roto hace rato. Con una competencia interna poco valorada (la Liga Nacional tiene solo 12 equipos) y escasamente visibilizada, cada vez hay menos jugadoras. Este fenómeno también se recrudece en el interior del país. Por ejemplo, en Córdoba, el último provincial femenino contó con solo diez equipos y la diferencia en algunos de los partidos fue gigantesca.
Está claro que desde 1908 a la actualidad han cambiado muchas cosas respecto del lugar que ocupa la mujer en el deporte. Pero cuestiones como la visibilidad o los salarios demuestran que la igualdad sigue siendo algo lejano. Esa es la justificación por la cual, cada 8 de marzo se vuelve a escribir sobre estos temas.
Del Autor
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