De bretones, galos y romanos

Seis países, un reino (des)unido, un invitado jodido y otro que siempre llega al último. El rugby como elemento en el que se conjugan rencores viejos y discordias nuevas. Juan el Extenso inicia su recorrido por el certamen más tradicional del mundo ovalado, el Seis Naciones

Lectores de Tinta Deportiva, su amigo Juan el Extenso los saluda nuevamente. He sido convocado por El Autor de este blog para volver a cometer la promiscuidad de mezclar historia y deporte. El 4 de febrero comenzará una nueva edición del torneo de las Seis Naciones de rugby, un campeonato que tiene 140 años de vida y en el que compiten las potencias europeas e Italia. El certamen se podría traducir también como un “todos contra Inglaterra”. Es que, el país creador de esta disciplina queda en el centro de la escena, al enfrentar a sus vecinos más próximos: Gales, Escocia, Irlanda y Francia (la incorporación de Italia es harina de otro costal). Durante su disputa, en los campos de juego sobrevuelan los fantasmas de añejos conflictos y los símbolos nacionalistas de quienes compiten. De eso se tratará esta serie que comienza hoy. En cada entrega nos meteremos en los mitos y las verdades que hay detrás de estos duelos.

En esta primera nota indagaremos en la historia del torneo propiamente dicha. Se trata de casi un siglo y medio de desarrollo, que incluyen interrupciones por guerras mundiales, inclusiones, exclusiones y partidos míticos. Todo eso atravesado por nacionalismos, problemas religiosos y otras hierbas de la historia política europea.

La leyenda dice que el rugby comenzó en Inglaterra en 1823. William Webb Ellis, un estudiante de teología del Colegio de Rugby, situado en la ciudad del mismo nombre, agarro una pelota de fútbol con las manos y empezó a correr. Cada vez aparecen más pruebas que ponen en duda la autenticidad de este acontecimiento, pero como relato sirve y prende, así que se sigue recurriendo a esta historia.

Si el rugby es inglés, es natural que los primeros torneos de este deporte se disputaran en tierras británicas. Aquí es importante empezar a aclarar algunas cuestiones. El nombre “Bretaña” nació entre el final de la era anterior a Cristo y el comienzo de la edad cristiana, cuando los romanos decidieron empezar la conquista de las islas. A la que comparten Inglaterra, Gales y Escocia, la denominaron “Bretaña” y a la que hoy es Irlanda la llamaron “Hibernia”. Los conquistadores las bautizaron así debido al origen de los habitantes que allí se encontraban. Si bien eran varias las tribus celtas que poblaban estos territorios, en la más grande se encontraban los bretones y en la más pequeña los iverni.

En el sentido político, se denomina Reino Unido al estado constituido por Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte. Es una monarquía parlamentaria, comandada por la figura del Primer Ministro y cuyo centro de poder está en Londres. A la cabeza del estado, está el rey Carlos III. Su bandera, la Union Jack, está formada por la combinación de las cruces de los patronos de los antiguos reinos que lo conformaron: San Jorge (Inglaterra), San Patricio (Irlanda) y San Andrés (Escocia). La religión oficial es la anglicana, una variante del cristianismo en la que el Papa no es la cabeza de la iglesia, sino que es el propio rey. Afuera de todo lo anterior queda la República de Irlanda. Primero porque es independiente y pasa de rendirle homenaje al bueno de “carlitos”. Segundo, porque son católicos.

Esta división de las irlandas no corre para el rugby. La selección del “trébol” representa a la isla entera. No es así en el fútbol u otras disciplinas.

El certamen nació con los mismos protagonistas que el Reino Unido. Los reinos de Inglaterra -del que formaba parte Gales- y Escocia firmaron el Acta de Unión en 1707, dando inicio al nuevo estado. Unos 165 años después, con la Reina Victoria en el trono, estos mismos protagonistas saltaron a la cancha para gestar el comienzo del Seis Naciones.

Una de las teorías más fuertes indica que el partido que dio inicio al certamen fue disputado en India en 1872 entre un combinado inglés y uno conformado principalmente por escoceses. Es también el que dio origen a la Copa Calcuta, que está en juego entre Inglaterra y Escocia, cuando se enfrentan por le Seis Naciones. Algunos textos señalan que el origen es un encuentro jugado un año anterior en tierras británicas entre estas selecciones. Cinco años más tarde se sumaron Irlanda y Gales, para dar paso al Cuatro Naciones, primera denominación del torneo.

El certamen atravesó turbulencias casi desde el comienzo. El final del siglo XIX, coincidente con el de la Era Victoriana, mostraba las primeras grietas del Imperio Británico. Disputas políticas hicieron que varias ediciones no se llevaran a cabo. Recién en el primer año del siglo XX el Cuatro Naciones pudo jugarse con normalidad. En 1910 se sumó Francia y allí comenzó el Cinco Naciones.

Esa normalidad se vio interrumpida cuatro veces más. Dos fueron por las Guerras Mundiales, años en los que no se disputó el torneo. La tercera fue entre 1931 y 1939, cuando volvió a llamarse Cuatro Naciones por la exclusión de Francia debido a ser acusado de profesionalismo. Además, los británicos se quejaban de la extrema violencia con la que jugaban los galos (Este nombre también lo pusieron los romanos).

La última interrupción que tuvo el Cinco Naciones fue en 1972. Cuando estalló la crisis por los hechos del Domingo Sangriento en Derry (Irlanda del Norte), cuando un regimiento del ejército británico asesinó a 14 personas e hirió a otras tantas en una manifestación. Este tema lo desarrollaremos más cuando hablemos de la relación entre Inglaterra e Irlanda.

Hasta 1993, el torneo mantuvo la posibilidad de coronar a más de un campeón. Es decir, existía la posibilidad de que dos o más equipos empataran en la cima y compartieron el trofeo. De hecho, en 1973 hubo un quíntuple empate. Los cinco equipos ganaron dos partidos y perdieron dos. Si se hubiese jugado con el actual formato, en el que cuenta la diferencia de puntos, el ganador hubieses sido Gales.

Con el cambio de milenio, con Isabel II en el trono, se produjo el ingreso de Italia. Los herederos de los romanos (porque la historia siempre se encarga de volver de alguna manera) fueron invitados al certamen británico y el campeonato pasó a llamarse Seis Naciones. Los Azzurros ganaron en su debut ante Escocia, pero esa golondrina no hizo verano. Desde el 2000 hasta acá, sólo consiguieron 12 éxitos más.

Más allá del trofeo principal, en el Seis Naciones se ponen en juego ocho trofeos más: la ya mencionada Copa Calcuta (entre Inglaterra y Escocia), el Grand Slam (lo gana el equipo que triunfa en todos los encuentros), el de la Triple Corona (entre los tres seleccionados de las Islas Británicas), el Millennium Trophy (entre Inglaterra e Irlanda), el Centenary Quaich (entre Irlanda y Escocia), el Giuseppe Garibaldi (entre Italia y Francia), el Auld Alliance (entre Escocia y Francia) y la Cuchara de Madera (este es irónico. Italia se lo llevó en su primera participación, porque era su debut, pero a partir de allí fue otorgado al equipo que sale último, sin ganar ningún encuentro).    

Cómo no podía ser de otra manera, Inglaterra es el que más ediciones ha ganado. Su hegemonía en el certamen es similar al que tuvo (y tiene en algunos casos) en los territorios de sus rivales. No sólo en los de sus vecinos insulares ya que, en algún momento de la edad media, los reyes ingleses se postularon para tener la corona de Francia y poseyeron porciones importantes en suelo franco. Es por eso que ganarle al seleccionado de la Rosa (símbolo del que hablaremos en las próximas entregas) es siempre una revancha especial para el resto de los equipos del Seis Naciones.

Juan el Extenso, especialista en monarquías sin reinos

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